Son muchas las familias que deciden apuntar a sus hijos a alguna actividad fuera del horario lectivo. De hecho, el último informe publicado por el Ministerio de Educación sobre este tema indica que el 90% del alumnado realiza alguna actividad al salir de clase. Además, un 76,7% de los escolares emplean de 2 a 4 días a la semana, como indica el estudio ‘¿Qué hacen los estudiantes de Educación Primaria españoles fuera del horario académico?’, realizado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid.
Una agenda equilibrada
La necesidad de conciliación, el deseo de que los menores aprendan distintas habilidades, el refuerzo de conocimientos… Las razones por las que los estudiantes participan en actividades extraescolares son múltiples y, según los expertos, el número de ellas debería depender de los intereses de los pequeños. “Resulta muy importante que realicen actividades de su agrado y lo que sí es fundamental es que, si las familias optan por apuntar a sus hijos a actividades extraescolares, se aseguren de que siguen disponiendo de tiempo suficiente cada día para jugar libremente”, afirma la maestra de Educación Primaria Silvia Guijarro en el blog Criar con Sentido Común.
Se trata de encontrar un equilibrio entre la carga de contenidos académicos que asumen en la escuela y el tiempo de ocio. Y es que, añade Elena Mesonero, docente, logopeda y psicóloga infantil, “la elección de las actividades extraescolares no consiste en convertir a los hijos e hijas en superniños capaces de hablar tres idiomas, practicar cuatro deportes o tocar varios instrumentos musicales, sino que se trata de que sean, en la medida de lo posible, para ayuda y disfrute de los peques y que les permitan aprender y desarrollarse, pero sin añadir una carga de estrés que no les pertenece ni se merecen”.
Por otro lado, siempre están en su derecho de decir que no. “Si los menores no quieren apuntarse a ninguna actividad, no hay ningún problema; siempre que se pueda garantizar que pasen tiempo al aire libre y realizando actividad física”, completa Guijarro.
Beneficios de las extraescolares
Deportes, aprendizaje de idiomas o actividades creativas como la danza o la pintura se encuentran entre las extraescolares más elegidas, según datos del Ministerio de Educación, y sus beneficios son amplios en el desarrollo de los menores. “Cualquier actividad supone la adquisición de conocimientos académicos, coordinación, elasticidad, agilidad, trabajo en equipo, formas de expresión, autoestima, creatividad, disciplina…, y muchos valores asociados”, apunta la psicóloga Cristina Hermosa en la Web Psicólogos.
Del mismo modo, ayudan a mejorar el trabajo del alumnado en el aula de algunas asignaturas. Según la investigación ‘Actividades extraescolares y rendimiento académico en alumnos de Primaria’ llevada a cabo por la Universidad de la Rioja, la realización de actividades extraescolares, además de los consecuentes beneficios sociales, aporta efectos positivos tales como incrementos en la energía y en los niveles de concentración; aspectos básicos y fundamentales en aquellas disciplinas que suponen un mayor desgaste cognitivo, como sucede con las Matemáticas.
¿Cómo elegirlas?
A las clásicas actividades extraescolares como el deporte o los idiomas se han unido otras más novedosas como la programación, la robótica, la fotografía, el teatro o la meditación. Por ello, el primer paso que hay que dar a la hora de elegir una es preguntar: “Lo más sensato es pasar la pelota a los estudiantes y permitir que tomen sus propias decisiones. Nadie sabe mejor que ellos qué es lo que les apetece”, sostiene Guijarro.
Por otra parte, cuando se trata de niños más pequeños, es necesario utilizar la observación y estar al tanto de sus gustos e intereses. Como explica Hermosa, los padres conocen sus caracteres y necesidades, de modo que, “si ven que están mostrando una necesidad imperiosa de realizar actividad física intensa, por ejemplo, que no queda satisfecha con el juego libre, tal vez sea el momento de ofrecerle la posibilidad de apuntarse a alguna actividad deportiva”.
“Sin embargo, hay que tener en cuenta que las actividades extraescolares forman parte del ocio, es decir, son opcionales”, afirma Mesonero . En esta línea, la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho del niño al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad. De hecho, remarca, forzar a los niños y niñas a adquirir un exceso de responsabilidades o habilidades puede resultar contraproducente y añadir una dosis de estrés a sus vidas. “Al contrario de lo que en ocasiones sucede, las actividades extraescolares deberían tener siempre como objetivo el disfrute'', concluye Guijarro.