El fomento del pensamiento crítico en el aula resulta esencial y el debate es una práctica esencial para desarrollarlo, ya que da voz al alumnado y promueve el desarrollo de destrezas como la reflexión, la escucha activa y la expresión oral. Por ello decidimos introducir esta práctica en los primeros cursos de Secundaria a través de sesiones planteadas a modo de juego de roles.
Establecer los roles del alumnado
Dividimos la clase en dos grupos de ocho estudiantes cada uno con distintas funciones: introductor, refutador, bibliotecario y conclusor. Asimismo, es necesario contar con un juez, que anotará en una plantilla todo lo relativo a la práctica de la expresión oral y a las características lingüísticas de este tipo de discurso oral: aportación de evidencias válidas en los argumentos; orden del discurso y respeto del turno de palabra; cierre del turno con un final contundente… Este rol puede estar combinado con el de moderador para ir dando paso a las intervenciones.
El propósito final es persuadir, ganar adeptos a la tesis que se defiende, por lo que es necesario mostrar un discurso estructurado y poder conocer la exposición de las ideas del equipo contrario antes de intervenir será determinante. En esta línea se encuentra la figura del bibliotecario, quien agilizará las intervenciones de sus compañeros, anticipándose a posibles refutaciones, mediante las notas que puede pasarles. No perjudica el turno de palabra, por lo que debe aprovechar las pausas para sugerir las ideas, que puede proponer en un pósit, por ejemplo.
El orden a seguir es el siguiente: primero participa el introductor del equipo a favor; después el del equipo en contra. Tras él, le toca el turno al refutador del equipo a favor, y tras él al del rival. Por último, deben hablar los inclusores de ambos equipos.
Informarse y apoyar los argumentos con recursos extra
Además, es preciso señalar que las tarjetas deben tener pequeñas diferencias, dependiendo de si guían al equipo a favor o al que defiende ideas contrarias. También es importante que las funciones se asignen con anterioridad a la práctica, pues los argumentos, para ser eficaces, deben sostenerse en premisas fundamentadas, que el alumnado tendrá que formular al haber investigado sobre el tema en cuestión.
Para que las intervenciones de los introductores tengan mayor calidad, pueden terminar con una cita o con palabras de un experto sobre el tema. Igualmente, pueden mostrar un objeto que capte la atención de los participantes; levantar una imagen o proyectar un vídeo breve que apoye su postura. El grupo que realizó la actividad comprobó la importancia de estos recursos, pues con sus apoyos visuales facilitaron la aducción de argumentos por parte de los refutadores y fueron centrales para la continuación de la actividad.
La práctica resultó muy gratificante, pues el alumnado asumió su rol y se compartieron reflexiones que demostraron haber pensado con detenimiento previamente. Las nuevas tecnologías focalizando la atención en las redes sociales fue el tema sobre el que se debatió. Las ventajas y los inconvenientes llevaron a tratar conflictos en los que pueden verse inmersos y pudieron, de este modo, desarrollar la capacidad resolutiva para enfrentarse a estas situaciones y alejarse de ellas.
Es importante las buenas directrices previo al desarrollo de este tipo de actividades de manera a que el grupo pueda desenvolverse sin mayores inconvenientes y ser parte del rol que les toca defender y dar un buen debate para mejor entendimiento de los compañeros que deberán de optar por adherirse