Al contrario de lo que se había pensado hasta hace pocos años, el olfato es un sentido muy importante que tiene que ver no sólo con las emociones sino también con las funciones cognitivas. Como en los colegios no se suele trabajar mucho con él, consideré interesante poner en marcha un proyecto que lo incluyese.
Aunque el olfato representa sólo un 2% de nuestro cerebro, ‘mantiene a raya’ a la amígdala, una estructura situada en el lóbulo temporal que procesa los sentimientos, evitando de esta manera que crezca demasiado y cause situaciones de tristeza o depresión. De hecho, está demostrado científicamente que oler activa en el cerebro las áreas neuronales más involucradas en la emoción y la memoria. Y es que ¿quién no conserva recuerdos enlazados a través de los aromas? La casa de nuestros abuelos, la comida que preparaban, el perfume que usaban…
Teniendo en cuenta su importancia, el objetivo de esta situación de aprendizaje es desarrollar funciones cognitivas como la memoria, la expresión oral, las habilidades creativas, favorecer actitudes positivas hacia el entorno y profundizar en las emociones a las que nos conectan los aromas. Para ello, hemos trabajado con 29 aromas del entorno de nuestro alumnado (la mayoría frutas) para crear un libro de aromas anual para la clase y uno individual con dibujos hechos por ellos mismos. Cada trimestre evalué a mi alumnado a través de juegos con los aromas y sus imágenes.
Desarrollo de la experiencia
Cada aroma fue olido dos veces al día durante una semana: al entrar y al salir del colegio para luego asociarlo a su imagen correspondiente. Para aumentar la motivación del alumnado comencé con el chocolate. Les ofrecí oler un frasquito que contenía este aroma impregnado en algodón y utilizando la estrategia del semáforo les pregunté: ¿a qué huele? Casi todos lo acertaron y seguidamente les mostré una imagen donde aparecía este alimento.
Le siguieron otros aromas como el de una manzana roja, la miel, el aguacate o la almendra. Cada uno estaba asociado a un cuento, una poesía, una canción o una actividad lúdica de concentración y de atención para ir construyendo conocimientos. De este modo, el alumnado realizaba sus dibujos para así crear los cuadernos con los aromas trabajados y, además, incluímos un sistema de apertura de toallitas húmedas reciclado para guardar cada olor con un poco de algodón. También hicimos juegos para identificar olores y relacionarlos con su la imagen que le correspondía.
Para ampliar sus experiencias, les ofrecí en algunos casos degustar los alimentos utilizados para vencer la tolerancia a probar sabores nuevos en el futuro ya que el alumnado de Infantil no siempre quiere probar la comida que no conoce. Además, para conseguir una atmósfera agradable en el aula que facilitase la concentración utilicé aceites esenciales de mimosa, geranio y naranja a través de un humidificador.
Conclusiones
Su motivación con la actividad continuó siendo alta con el transcurso de los meses ya que cada semana les sorprendía con algo nuevo a través de juegos. Incluso en los recreos los estudiantes me traían hojas o flores para que las oliese y en casa también se interesaron por los olores, por ejemplo, las comidas que cocinan sus familias. No solo han conseguido potenciar su sentido del olfato y superar los objetivos curriculares previstos, su interés por probar nuevos alimentos a través del aroma es ahora mayor.
Muy buena experiencia. Estoy trabajando los cinco sentidos con mis alumnos de 1r y no descarto hacer algo así