Siempre intento incorporar dinámicas y juegos que, además de fomentar el aprendizaje y la cooperación, hagan más interactivas y entretenidas mis clases. Un ejemplo de ello es el Tabú sobre aspectos de Biología y Geología que suelo utilizar en el aula, en el que un estudiante debe conseguir que el resto acierte una palabra concreta antes de que se agote el tiempo, y sin usar las palabras tabú. Gracias a él, mejora la comprensión y retención de términos científicos, y se fomenta la creatividad y colaboración.
¿Cómo se juega al juego de mesa?
Suelo hacer esta actividad con el alumnado al empezar la clase para vencer la pereza de conectar con la asignatura y arrancar a trabajar, sobre todo si es primera o última hora. No olvidemos que ¡un buen comienzo es la mitad de un trabajo bien hecho! En primer lugar pido un voluntario, que saldrá a la pizarra a coger una de las tarjetas (relacionadas con la unidad que estemos estudiando en ese momento: botánica, zoología, microbiología…) y activará la ruleta de la suerte. A mí personalmente me gusta utilizar es.piliapp.com, que es muy intuitiva y gratuita.
Tras unos segundos de nervios y expectación la ruleta se detiene en una de las tres casillas: dibujar en la pizarra, hacer mímica o explicar sin decir las tres palabras prohibidas que aparecen al final de la tarjeta. El compañero que acierte la palabra en cuestión, será el siguiente.
Así consigo crear un ambiente más distendido para empezar la clase y que se concentren, pongan a prueba lo aprendido, que asienten conceptos de una forma divertida y repasen los últimos temas. Además se motivan más, tienen ganas de participar, y se interesan más por la asignatura. Este recurso, junto a muchísimos otros, está disponible en el repositorio del ProyectoSimbiosis, una web donde docentes de Biología y Geología de toda España (e incluso de otras partes del mundo) compartimos desinteresadamente nuestras propuestas e ideas.
Pero… ¿es todo tan ideal?
Todo esto suena muy entretenido y didáctico, pero es innegable que hay ciertos obstáculos que superar cuando se pone en marcha. El reto más grande es el de controlar el nivel de ruido en el aula cuando los estudiantes están diciendo las, a veces dispares, respuestas. Generalmente tienden a alzar demasiado la voz llevados por la emoción y las ganas de acertar. Puede establecerse, por ejemplo, que el propio alumno que está en la pizarra vaya dando el turno de palabra, que el docente sea quien lo dé, o que todos vayan diciendo los conceptos que se les ocurran de manera simultánea, pero a un volumen adecuado (lo cual es bastante arriesgado).
No sé si emplear este tipo de dinámicas es lo más productivo para la enseñanza de las ciencias, pero lo que sí sé es que tanto a los alumnos como a mi nos encantan, nos motivan y hacen que las clases de Biología y Geología se vuelvan más interesantes y mis estudiantes tengan ganas de seguir aprendiendo y descubriendo esta extraordinaria ciencia.