En un marco tan específico como es un centro de educación para adultos se busca constantemente el desarrollo personal, profesional e integral de la persona. Sin embargo, impartir sólo conocimientos no era suficiente para el CEPA de Reinosa donde nos planteamos como reto trabajar desde la educación emocional a través de un proyecto innovador y piloto en un centro de este tipo. El proyecto ha sido galardonado con el premio Mejor Experiencia de Educación Emocional en SIMO EDUCACIÓN 2018.
En la iniciativa, en la que participa la Fundación Botín de Cantabria, se ha desarrollado durante tres años. Para ello, se ha fomentado la implicación y participación de todo el claustro de profesores y la colaboración de algunas instituciones locales de la Comarca de Campoo-sur de Cantabria.
Su objetivo es responder a las necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias de este tipo de centros. Por ello aspirábamos a elaborar un instrumento dinamizador y valioso para sentir, entender, gestionar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás.
La importancia de las emociones
Se creó bajo la premisa de que las personas adultas y mayores pueden beneficiarse ampliamente de la educación emocional. En él se introduce una nueva metodología que implica la participación de los propios alumnos y que se centra en entender y dar solución a las necesidades reales de los participantes.
A lo largo de las sesiones, crean su propio kit practicando técnicas para regular sus emociones, técnicas de relajación, amplían su vocabulario emocional, aprenden y practican las habilidades sociales… Ellos mismos generan sus necesidades, crean los objetivos y metas a alcanzar, y les ayudamos a su consecución.
Los primeros pasos se dieron en el curso 2015-2016, cuando comenzamos a trabajar la dimensión emocional de los adultos en la oferta educativa de Formación Básica. Además, en la oferta no reglada elaboramos un taller específico de educación emocional. En los siguientes cursos se hizo extensible al resto de ofertas del centro, lo que supuso la participación de más de dos centenares de alumnos con perfiles de edad muy heterogéneos.
Los objetivos marcados por el centro fueron:
- Potenciar la adaptación, calidad de vida y bienestar emocional y social del alumnado en un Centro de Adultos.
- Favorecer las competencias cognitivas y emocionales para facilitar la adaptación y el afrontamiento de problemas.
- Prevenir el desarrollo de problemas emocionales y la aparición de problemas o disfunciones que podrían desembocar en conductas destapadas u otro tipo de conflictos sociales.
Se ha trabajado en su consecución a través 5 módulos: comprensión emocional; percepción, evaluación y expresión de las emociones; conciencia o asimilación emocional; Regulación emocional; y Habilidades sociales y la resolución de conflictos.
¿Qué hemos conseguido?
Durante 3 años se ha desarrollado el aspecto emocional en todas las etapas formativas del centro y, especialmente, se ha impartido un taller con unos resultados muy satisfactorios. En nuestro centro, las emociones se han convertido en un punto clave de los métodos de enseñanza-aprendizaje. Y es que el alumnado adulto que se matricula necesita expresar sus sentimientos, opiniones y pensamientos en un clima de confianza, donde se crean relaciones más estrechas con sus iguales. Esto permite que aprendan a expresar sus emociones de forma más abierta, así como técnicas para regularlas.
Hay que añadir que el programa también ha sido innovador al subsanar el vacío en la formación del profesorado respecto a la educación de las emociones propias y las de los demás; algo imprescindible si queremos alcanzar una verdadera educación integral. Finalmente, se confirma que los alumnos y docentes necesitan este tipo de formación, para conocerse y comprenderse mejor. También se destaca la mejora y el desarrollo de una sana inteligencia emocional, ya que los alumnos se han familiarizado con el lenguaje emocional, y han aprendido a disminuir el estrés y la ansiedad; además, de favorecer la capacidad de escucha, el desarrollo personal y las relaciones positivas. Todo ello se ha traducido en una mejora el rendimiento académico y la generación de un espacio más abierto y acogedor en el centro.