El proyecto ‘Diversidad Impresa’ nació con la premisa de crear un banco de modelos 3D, imprimibles bajo licencia Creative Commons (libre y gratuita), para ser usados por personas con diversidad sensorial como la sordoceguera. Además, se pretendía sensibilizar a la comunidad educativa sobre las necesidades específicas de los afectados por diferentes diversidades.
El proyecto se planteó con el objetivo central de que el profesorado y el alumnado de diferentes centros pudiéramos, por un lado, modelar objetos cotidianos adaptados a las necesidades de una persona con diversidad funcional y, por otro, conseguir que pudieran imprimirse en casa para su uso y disfrute inmediato. Además, se buscaba que alumnos y docentes descubriéramos la capacidad del ser humano para influir de forma positiva en nuestro entorno, valiéndonos para ello de la tecnología y de un aprendizaje de la constancia; algo imprescindible para afrontar las numerosas pruebas y prototipos previos al producto final. De este modo, se rompe la asociación casi exclusiva que muchos estudiantes establecen entre las nuevas tecnologías y su uso lúdico, y se consigue que el colectivo con diversidad sensorial pueda descubrirse como usuario de dicha tecnología para cambiar su realidad.
Comenzamos generando y recopilando diferentes ideas o necesidades, para después repartirlos entre los grupos de trabajo, que han estado formados por varios estudiantes más un profesor o tutor. Más adelante, se obtendrá y difundirá un formato 3D imprimible con la solución propuesta.
Conectando centros educativos
El proyecto echó a andar a finales de 2016 buscando dar respuesta a la sordoceguera de Raquel Alba, coordinadora de Juventud de FASOCIDE (Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España), amiga del creador del mismo: un profesor del Colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza. Durante el primer año, se sumaron otros nueve centros de varias comunidades, y se contó con otros colaboradores, como asesores en tecnología para la diversidad e ingenieros en robótica, electrónica y automática. A continuación, se siguió con la recogida de ideas y la inscripción de equipos y centros educativos. Después, tuvo lugar la asignación de los grupos a los diferentes proyectos, y comenzó una fase de visitas, entrevistas y depuración de conceptos para los diseños definitivos, aunque cada centro ha ido adaptando los ritmos a sus necesidades y a las características de sus estudiantes. El proyecto concluía con la entrega y publicación de los modelos elaborados.
Para comunicarse, el profesorado y los colaboradores se sirvieron tanto de herramientas digitales (web, Twitter, correo electrónico) como de visitas presenciales. Además, para poder valorar y probar los proyectos con personas afectadas de sordoceguera, los docentes estuvieron en constante comunicación con los voluntarios, con FASOCIDE y con su correspondiente asociación autonómica. La propia federación designó a dos de sus miembros (Raquel Alba y Casimiro Ondo) para que se integrasen en la estructura del proyecto y facilitasen así una comunicación directa e inmediata con los equipos y el resto de estructura.
Por su parte, el alumnado se comunicaba a través de un blog para incorporar, mejorar o compartir experiencias del diseño o impresión con otros compañeros de otros centros.
Una acogida multitudinaria
Se despertó un gran interés, tanto por parte del colectivo sordociego, como por la de los demás participantes. Unos por conocer la realidad de esta afección y otros por el interés y la implicación que mostraban unos estudiantes por querer resolver sus necesidades. Ejemplo de ello es el taller sobre impresión 3D que varios integrantes del proyecto llevaron a cabo en el XV Encuentro de Jóvenes Sordociegos de España.
En total, el proyecto ha involucrado a más de 400 estudiantes y 20 formadores. El esfuerzo invertido por todos ellos ha sido enorme, extendiéndose mucho más allá del calendario escolar y el horario lectivo. El alumnado entendía que en este trabajo no servía obtener un simple suficiente, sino que la única meta contemplada era el sobresaliente, para que los futuros usuarios del proyecto vieran satisfechas sus necesidades.
Junto a los productos finales, un elemento enriquecedor de primer orden fue la cooperación entre los distintos grupos de trabajo para compartir ideas y esbozos. También resultó de enorme interés tener la oportunidad de formar en impresión 3D a jóvenes sordociegos, enseñarles los productos diseñados, modelados e imprimidos para ellos y potenciar así una mayor autonomía personal.
Corrigiendo errores, mirando al futuro
Aunque hemos detectado varios puntos que se deben mejorar (como el sistema de comunicación entre docentes o la necesidad de una ficha uniforme para describir el proyecto), la verdad es que estamos muy contentos de cómo se ha desarrollado este año, y de todo lo que se ha conseguido, y creemos que la continuidad del proyecto no solamente es posible, sino casi obligatoria (seguimos recibiendo solicitudes).
La motivación y el mensaje que nos ha transmitido el alumnado participante ha sido excelente, y un número muy alto ya ha preguntado este año si podrán volver a participar. El grupo de trabajo de profesionales que se ha formado también sigue, en su mayoría, activo y con ganas de seguir avanzando. También sigue creciendo el número de docentes, ya sean expertos o simples aficionados a la impresión 3D, interesados en participar, así como el de otros, más motivados por el interés social y educativo del proyecto.
Su visibilidad en portales internacionales también ha posibilitado que profesores de otros países hayan contactado con nosotros, manifestando su interés en formar parte del proyecto y llevar las actividades al aula.
Como objetivo de futuro, además de seguir colaborando en el desarrollo de productos para sordociegos, analizaremos otras formas en las que ‘Diversidad Impresa’ pueda redundar en beneficio de otros colectivos y conecte a los estudiantes con otras realidades.
Las dimensiones que está adquiriendo la idea hace necesaria una buena gestión de tiempos y recursos humanos, por lo que está previsto crear una estructura organizativa de reparto de tareas que permita optimizar el tiempo y los recursos.