Nuestros alumnos viven inmersos en un proceso de cambio constante y rápido, rodeados de nuevas tecnologías e ignorando los cambios que suceden en la naturaleza que les rodea con un respeto al medioambiente. Por ello, como docentes debemos hacerles ver que son nuestras prácticas, muchas veces destructivas, las que llevan a que este paisaje vaya modificándose. Surgió una pregunta: ¿es necesario plantarse y ayudar a mantener la biodiversidad manchega que nos ha acompañado durante miles de años? La respuesta fue afirmativa y así lo hicimos en Montalbo, gracias a un proyecto con Fundación Global Nature y Ecoembes.
Respeto al medioambiente
El proyecto se estructuró en dos bloques de actividades. El primero consistió en reunir a todos los alumnos del CRA en el aula de interpretación de la laguna de Hito situada en la misma localidad para trabajar aspectos relacionados con la flora y la fauna.
Debido al mal tiempo en días anteriores, no pudimos plantar ejemplares autóctonos, pero sí pudimos llevar a cabo un estudio tanto de los animales como de las plantas del entorno. Los estudiantes, repartidos en dos grupos, conocieron en el mapa la localización de la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) de esta laguna y su biodiversidad a través de una serie de fichas sobre distintas especies. Aprendieron el nombre de aves esteparias como la grulla común y la avutarda, entre otros, así como de la flora silvestre esteparia entre la que se encuentra el albardín, el cantueso o la retama. Además, relacionaron de qué materia prima de la estepa manchega se obtienen los productos que se elaboran en la zona, como el vino, queso o el aceite.
Cuidamos un huerto entre todos
El segundo bloque estaba relacionada con el reciclaje y la recuperación de la biodiversidad agrícola en Castilla-La Mancha. Uno de los requisitos para poder realizarlo era disponer de una pequeña zona de huerto en la que poner en marcha el proyecto. El objetivo era dedicar unas horas a la semana al trabajo en él, ampliando y afianzando lo aprendido en clase, cultivando las semillas, cuidándolas y viéndolas crecer hasta recolectarlas. De esta manera, podían disfrutar de algo que ellos mismos iban a hacer con su propio esfuerzo, obteniendo una gran recompensa al recoger el fruto de su cosecha.
La actividad comenzó con la elaboración de un pequeño semillero para el que empleamos envases que los niños traían de casa, dándoles así una segunda utilidad y enseñándoles cómo reutilizarlos. Después limpiamos el huerto, removimos la arena y añadimos más tierra. ¡Estaba listo para empezar a plantar!.
Desde la fundación nos enseñaron a hacer los surcos que servirían para regar y nos indicaron la manera de hacer los huecos para nuestras plantas. Trasplantamos las plantas del semillero que habíamos elaborado y añadimos otras semillas de tomates y pimientos. También plantamos hierbas aromáticas como romero alrededor del huerto. Empezaba la cuenta atrás para ir recogiendo los tan esperados frutos. Cada semana era un curso diferente el que se encargaba de regar, fomentando así la responsabilidad y el trabajo colaborativo.
Cuidar del entorno a través del reciclaje
Además, el alumnado aprendió cómo reciclar correctamente y les informamos de que la mayoría de los materiales con los que se hacen los envases que usamos proceden de materiales no renovables, como el petróleo o la madera, que algún día pueden agotarse.
A día de hoy en el centro se sigue manteniendo el huerto, por ser una actividad que les motiva, les encanta y de la que pueden seguir aprendiendo. Con este proyecto, apostamos por la conservación de la biodiversidad de la zona y por la enseñanza de prácticas de reciclaje. Además, permite fomentar el aprendizaje de nuestros alumnos a través de diferentes estrategias como el trabajo manipulativo y el aprendizaje significativo.