‘eTwinning Factory’ es un proyecto que aúna gamificación, educación emocional y Educación Infantil. Trabajar con la metodología eTwinning: un método de trabajo que permite la colaboración entre varios centros educativos europeos, es una experiencia muy enriquecedora, sobre todo en este caso, en el que alumnado de distintas edades se conocen y trabajan juntos por un objetivo común. Tienen que buscar herramientas y estrategias para comunicarse y colaborar. Nos ha permitido introducir cualquier temática y cualquier forma de trabajo, desde la investigación a la gamificación y, sobre todo, nos ha permitido incluirla dentro de nuestra propia programación.
Después de realizar una colaboración entre diez centros educativos españoles y cinco internacionales de Eslovenia, Turquía, Polonia, Grecia y Lituania hemos tenido la oportunidad de recorrer una ‘fábrica de chocolate virtual’ en la que hemos realizado diferentes actividades colaborativas y hemos trabajado diferentes aspectos relacionados con la educación emocional. Para conseguirlo teníamos que ir superando los retos que nos planteaba nuestro particular chocolatero Willy Wonka.
La idea del proyecto fue sencilla, se basó en el libro ‘Charlie y la fábrica de chocolate’. Tal y como sucede en ella, encontramos una serie de billetes dorados dentro de las chocolatinas, que nos permitieron acceder a esa ‘fábrica virtual’ donde poder colaborar con el resto de los centros. De esta forma, pretendíamos acercar a nuestro alumnado, de una manera directa y vivida, al mundo de los libros y del gusto por la lectura. Aunque éste no era, ni mucho menos, el único o el principal objetivo del proyecto.
¡En el proyecto están todos los personajes!
En nuestra aventura por la fábrica iríamos acompañados por los distintos personajes del libro, que darían pie a desarrollar las actividades principales de este proyecto y serían la excusa perfecta para introducir los aspectos principales en los que se basaba el proyecto, además de la lectura.
Augustus Gloop, el niño glotón que cae en el río de chocolate, nos permitió trabajar la importancia de una alimentación saludable, de trabajar vocabulario en distintos idiomas relacionado con alimentos saludables (el idioma propio y el inglés como lengua vehicular) y de concienciar a nuestro alumnado de su importancia para la salud. Hicimos desayunos saludables y en Educación Infantil tuvimos la suerte de contar con las familias para hacer un taller de galletas artesanas.
Veruca Salt, la niña egoísta que no sabe mirar más que por ella misma, nos dio la oportunidad de demostrar a Willy Wonka que nosotros éramos muy generosos, que sabíamos compartir y trabajar con los demás, y de esta forma creamos un robot colaborativo, en el que cada uno se encargó de decorar una parte para montar luego un robot completo con todas esas partes. Además, creamos un cuento colaborativo, cuya impresión y venta nos permitió colaborar con dos asociaciones que trabajan con la infancia: Aldeas Infantiles y Juegaterapia.
Violet Beauregarde, la niña que solo sabe comer chicle y no le importan las emociones de los demás, nos permitió adentrarnos en el mundo de las emociones, de vivenciar y explicar cómo nos hacen sentir las cosas que suceden en nuestro entorno y, además, pudimos crear un Museo Virtual de las Emociones, con fotos de los niños y niñas que forman parte de esta peculiar pinacoteca.
Michael Teavee, el niño que solo disfruta del tiempo si es delante de la televisión o de una consola, nos ayudó a entender la importancia de un estilo de vida saludable, con actividades al aire libre, compartiendo momentos con familiares y amigos y nos permitió concienciarnos de que hay que hacer un uso razonable de estas Nuevas Tecnologías en nuestros momentos de ocio, porque hay todo un mundo de ocio mucho más allá de ellas. Las familias se encargaron de tomar fotos de estos momentos y gracias a ellos pudimos compartirlas con el resto de escuelas.
Diferentes retos
Todo este recorrido fue llevado a cabo dentro de una fábrica virtual, en la que Mr. Wonka nos iba poniendo distintos retos mientras duraba el desarrollo de las actividades, para tenernos totalmente involucrados en el proyecto. El juego fue parte fundamental de cada actividad y fue dando forma y sentido al recorrido por la fábrica. Incluso fue la forma de cerrar el proyecto en las clases de Infantil, con un escape room colaborativo en el que alumnos de 3 y 5 años trabajaron juntos para escapar de la última habitación de la Fábrica.
Por supuesto, al igual que nuestro ya amigo Charlie Bucket, conseguimos superar todas las pruebas y convertirnos en los auténticos dueños de la Fábrica eTwinning. Lo malo es que no sabemos donde está situada la Fábrica física, pero si algún día la encontramos, tenemos la documentación que nos convierte en sus verdaderos dueños firmada por el mismísimo Mr. Wonka.