Como en un cuento, todo empezó hace algunos años, en una torre del siglo XIV, en un pequeña localidad de los Países Bajos, con un escultor y una niña. El escultor, llamado Marco, decidió rehabilitar aquella antigua torre para residir en ella y utilizarla como estudio.
WALHALLAb, escuela DIY en Holanda
Más tarde decidió abrirla al público. Un día, tallaba minuciosamente una figura en un bloque de madera cuando entre las visitas, se acercó una niña rubia de 9 años, que le dijo que también quería ser escultora. Marco le contestó que no podía. “¿Por qué?”, replicó la niña. “Porque eres una niña”. Y aquella respuesta desafiante en una conversación inocente retó a la joven y al propio escultor y pronto, la niña comenzó a trabajar la madera como alumna de Marco.
“En solo un año, aquella joven creó increíbles esculturas de madera de gran tamaño”, explica a ‘EDUCACIÓN 3.0’ Marco Mout, fundador de WALHALLAb, unos talleres de DIY (siglas en inglés de “Hazlo Tu Mismo”) para niños y jóvenes holandeses, que al salir de clase, construyen a base de madera, casas en árboles, drones, muebles de diseño o guitarras. “Mi asistente y yo decidimos formarla, no solo con el uso de herramientas afiladas, sino también con una motosierra. Es sorprendente comprobar lo ágil, cuidadosa y hábil que puede ser una persona joven con estas herramientas”, continúa. Aquello, inmediatamente, captó la atención de los medios.
La niña rubia testaruda se llama Merle Bouwmeester, talla la madera desde los 9 años y existe un documental sobre su historia, “Merle” (KRO, 2009). “Debido a su fama, llegaron más niños, tanto con talentos como con problemas, a nuestros talleres y decidimos comenzar más clases”, explica Mout. En la actualidad, “contamos con más de 80 creadores habituales –como denominamos a los alumnos—, 15 maestros con más de una especialidad, y más de 3.500 estudiantes de Secundaria que siguen los talleres en WALHALLAb cada año”. Al final, la torre se quedó pequeña y tuvieron que mudarse a un espacio de trabajo de 1.400m2.
Entre sus alumnos se encuentran: Arwen, una niña de 11 años, que fabrica muebles. Norea, otra niña, de 12, muy buena diseñadora de interiores. Wiebe, un talentoso pintor de pinturas abstractas de 13 años, que había sido expulsado de la escuela debido a su mal comportamiento. Lieve, una niña de 12 años, muy hábil en la carpintería, que actualmente está construyendo un avión, “para lo que se necesita mucho cálculo; algo interesante, porque la escuela la diagnosticó deficiente en esta materia”, agrega Marco. Jonathan, un niño de 15 años, “que diseña y construye todos nuestros molinos de viento de reciclaje y fue diagnosticado como TDAH y falta de concentración” o Isabella, de 16 años, fashionista, que actualmente trabaja en un evento de moda que se realizará en primavera y a la que la escuela había diagnosticado con depresión.
Son niños y jóvenes entre los 6 y los 18 años, “Creemos que la combinación de edades es muy beneficiosa. Nuestro alumno más joven tiene seis años y diseña y construye sillas”, puntualiza el escultor. En las clases, la mitad son niños y niñas y no existe brecha de género, “solo hay que ver nuestros talleres para entenderlo –continúa Marco—, las niñas construyen aviones y los niños dibujan y viceversa”.
Trabajar los conocimientos “perdidos” sin decirlo..
Algunos de los niños “llegaban de la escuela aburridos, cansados y desmotivados y en la torre se inspiraban fácilmente”, asegura el escultor, que explica que no enseñan como en un colegio tradicional; “tratamos de vincular el conocimiento con preguntas o conocimientos perdidos y funciona muy bien. Los niños con problemas en Matemáticas están haciendo un trabajo muy matemático, sin que les digamos que tienen un problema... y eso funciona aún mejor. Algunos son tan buenos ahora en eso que les costaba, que los maestros de su escuela están sorprendidos. Y a medida que aprenden, crecen, también en habilidades emprendedoras y confían más en ellos mismos”, asegura.
“Los colegios piden estar sentados a una edad en la que moverse es tan importante”, critica el fundador de WALHALLAb
Para el fundador de WALHALLAb, los colegios, “en general, son inherentemente inseguros. Ponen reglas para obedecer, piden estar sentados a una edad en la que moverse es tan importante. Se basan en verificar, controlar y no cruzar fronteras y mis viajes alrededor del mundo me han demostrado que esto sucede en todas partes. Los profesores que hacen eso todos los días, se ponen rápidamente en la fila de montaje”.
Para Mout, que trabaja en sus talleres con un equipo de técnicos y pedagogos, “se trata de una evaluación errónea de su potencial y capacidades como jóvenes. Seguro que enseñamos a veces cosas que no quieren, pero estamos formándolos para ayudarlos a que lo vean como algo importante para ellos, no importante para nosotros”.
“Las escuelas están haciendo todo lo posible, eso lo vemos”, continúa el escultor, pero insiste en que el “cambio fundamental en cómo debe ser la enseñanza de nuestros tiempos no está sucediendo”. “Muchos educadores se refieren a Steiner o Montessori y lo entiendo, pero estas personas vivieron hace casi un siglo... y el mundo ha cambiado". En sus talleres, dice, trabajan en estrecha colaboración con muchas escuelas que valoran su contribución después de clase.
Uso de herramientas
Sobre el uso de herramientas entre los niños dice, con ironía que, “en estos 14 años, ningún niño se ha cortado un brazo, no se han quemado con el soldador ni nadie se ha intoxicado por el uso de productos químicos” y critica que, “es extraño cómo nuestra sociedad moderna teme correr riesgos, o dejar que los niños comprendan que no existe una sociedad segura, sino que debes dominar tu propia seguridad mediante habilidades, conocimiento y confianza". Eso sí, “los niños solo usan herramientas y maquinarias tras una intensa formación y en un principio, con apoyo”, puntualiza.
En abril, WALHALLAb ha abierto nuevos centros en otras ciudades de Holanda y están en conversaciones para abrir uno más en Paris, explica el escultor holandés, que lanza: “Quien sabe si pronto veremos un WALHALLAb-Madrid o un WALHALLAb-Burgos”.