¿Cómo educar en las emociones a niños de 2 años? Esta pregunta es el punto de partida de la experiencia que, a continuación, nos relata María Ontavilla Santiago, maestra del CEIP Menéndez Pelayo de Torrelavega (Cantabria). Para ello, utilizó el libro El monstruo de colores de Anna Llenas.
Era la primera vez en el primer ciclo de Educación Infantil después de 14 años trabajando de maestra en el segundo ciclo. Comencé preguntándoles todos los días durante el mes de diciembre en la asamblea dentro de las rutinas ¿Cómo estáis hoy? ¿Alegres, tristes o enfadados? Les mostraba unas imágenes representativas y ponía las caras para facilitarles que identificasen la emoción que sentían. Al principio, les costaba decirme la emoción, pues algunos niños de dos años no tienen aún adquirido el lenguaje, pero gracias a las imágenes me lo señalaban. Les gustaba que fuese poniendo la cara de cada una de las emociones, pues les ayudaba también más a identificar y saber cuál elegir.
Mientras tanto, el equipo de las dos aulas de dos años del colegio, (somos seis personas: dos técnicos por aula y dos maestras), comenzamos a plantearnos como avanzar en este proceso. Entonces buscamos un cuento que trabajase las emociones y elegimos El monstruo de colores.
Actividades para educar en las emociones con El monstruo de colores
Decidimos que todos los jueves íbamos a trabajar las emociones. En el primer jueves, ya en el mes de enero, la actividad fue la lectura del cuento y conocimos las emociones: la alegría (amarillo), el enfado (rojo), la tristeza (azul), el miedo (negro) y la calma (verde).
Elaboramos un EMOCIOMETRO donde poníamos cómo nos sentíamos: a través de pinzas personalizadas con la foto de cada niño, elegíamos nuestra emoción de ese día. Otra actividad que hicimos fue a través de la RUEDA DE LAS EMOCIONES. Jugar a girar la flecha que nos indicaba la emoción que teníamos que expresar con nuestra cara fue muy divertido, porque los niños iban reconociendo las emociones y la manera en que se expresan.
En el siguiente jueves recibimos una CARTA del monstruo de colores en la que nos decía que le ayudásemos, que se había vuelto a liar con las emociones, y entre todos ordenamos en botes cada una de ellas. A partir de este momento, todas las semanas el monstruo nos visitaba y nos traía una carta en la que nos pedía que fuésemos rellenando los botes con fotos de nuestras caras según el monstruo que nos visitase, y con unos bocadillos tipo comic en los que -con ayuda de nuestros papás y mamás- escribían qué nos hacía sentir alegres, tristes, enfadados, con miedo, calmados y enamorados. También mediante pictogramas íbamos aprendiendo las diferentes EMOCIONES Y COLORES.
Las profesoras elaboramos un juego con las 6 CARAS DE LOS MONSTRUOS en el que había que colocarlas en su sitio distinguiendo el color y la expresión de la emoción; con velcro podían quitar y ponerlas en su lugar. Este juego formaba parte del material de aula que los niños escogían cuando jugaban libremente.
Incluimos también dentro de las actividades de experimentación una con bandejas y la llamamos ESPUMA DE COLORES: comenzamos echando un poco de espuma de afeitar a cada niño, empezaron a tocar con los dedos, hacer círculos, se frotaban las manos…Posteriormente añadimos pintura de los colores representativos de las emociones y formamos el ‘lío de las emociones’ mezclando la ALEGRÍA con el ENFADO, el MIEDO, con la CALMA y el ENFADO.
En una sesión de psicomotricidad hicimos el juego EL LÍO DE BOLAS DE COLORES: los niños debían meter las bolas de colores en su recipiente correspondiente. Nos imaginamos que las pelotas eran las emociones y que el monstruo de colores tenía un lío y le ayudábamos a ordenarlas.
Una vez que todos los monstruos nos habían visitado y ya conocíamos todas las emociones decidimos hacer nuestro ESPEJO MÁGICO DE LAS EMOCIONES: espejito, espejito…. ¿cómo me siento hoy? Lo decoramos con los colores de las emociones, utilizando la técnica del puntillismo. Así podíamos también jugar en casa con las emociones.
El monstruo de colores más allá del aula
Finalmente resultó que no solo trabajamos los jueves las emociones, sino que estaban de una manera u otra en todas las actividades que hacíamos en el aula. Esta inmersión proporcionó al monstruo de colores identidad, amistad e ilusión en cada una de las visitas que nos hizo y traspaso más allá, en las propias familias, en los hogares de los niños se hablaba de él y se convirtió en un referente. Permitió además acompañarles en su desarrollo emocional, intelectual y social a través de la lectura ,con un tema principal: el poder del cuento y el encuentro emocional con el ‘Monstruo de Colores’. Una experiencia que vivimos de manera extraordinaria y que recomendamos probar con la misma intensidad que la hemos sentido. El resultado merece la pena.