El pasado verano realizamos el proyecto ‘Un verano con mucho sabor’, una propuesta que tenía como base la manipulación y la experimentación sensorial y que además se desarrolló en distintos escenarios y con estudiantes de 2 y 3 años de edad.
¿De qué trataba y cuáles fueron sus objetivos?
El objetivo del proyecto era que el alumnado trabajase con materiales ‘de verdad’, eliminando por completo las fichas y otras actividades en papel: cada tarea tenía que ser en base a la experimentación cuidando cada detalle para hacerla enriquecedora.
Además, una de sus características más relevantes fue que, para su desarrollo, se involucró a toda la comunidad educativa: niños, educadoras, familias y profesionales del sector educativo.
Por otro lado, los aspectos a desarrollar en esta propuesta se centraron en las siguientes cuestiones: conocer distintos alimentos y su origen; desarrollar hábitos de higiene; orden y de alimentación saludable; concienciar en valores para el uso adecuado de la comida, descubrir a los profesionales del mundo de la alimentación como cocineros, nutricionistas o profesionales de la restauración… además de conocer distintos instrumentos para el cocinado.
Distintos escenarios
Los estudiantes contaron con distintos escenarios en los que llevar a cabo las actividades: áreas de cocinado, supermercado y plató de ‘Pequechef”. Las áreas de cocinado se establecieron en las propias aulas, donde cada día se disponía de las herramientas necesarias para realizar las recetas, con ingredientes reales para cocinar además de pequeños electrodomésticos (licuadoras, exprimidores, una tostadora…) que el alumnado utilizaba bajo la supervisión de la educadora. El supermercado, en otra de las aulas, se formó para que las familias aportasen envases de distintos productos con elementos para parecerse a un supermercado de verdad: cestas, caja registradora o estanterías con productos por categorías…
Por otro lado, los niños salían en pequeños grupos con la educadora para comprar en un supermercado cercano los ingredientes necesarios para las actividades. De esta forma, eran responsables de tareas como llevar la bolsa, el dinero, buscar los productos y traerlos de vuelta a la escuela. En cuanto al plató de ‘Pechechef’ se trataba de un área de cocinado dotada con todos los materiales necesarios para la realización de distintas recetas, en la que las familias podían participar cocinando para ellos y ofreciendo a los estudiantes un espectáculo de cocina en vivo.
¿Qué actividades se llevaron a cabo?
El alumnado aprendió a manipular y conocer los distintos alimentos, frutas y verduras, tanto de origen vegetal y animal. Para ello, se mostraban alimentos a los estudiantes, los observábamos y clasificabamos. De este modo se generaban múltiples preguntas sobre ellos: ¿Cómo es por fuera? ¿Y por dentro? ¿Es una fruta o una verdura? ¿Para qué podemos utilizarlo?... También elaborábamos recetas en crudo (sin cocinar) en la que iban participando por equipos: desde la elaboración de una ensalada, zumos, macedonia a distintos canapés y aperitivos…
Las visitas de las familias eran continuas: los invitamos al plato de ‘Pechechef’ para mostrarnos sus mejores recetas y también enseñaban a todo el alumnado cómo debían usar utensilios, ingredientes o cómo llevar a cabo los procedimientos culinarios.
Para finalizar el proyecto, realizamos un concurso de cocina en la que los estudiantes participaron en compañía de sus familiares con un tiempo establecido. Cada familia elaboró una receta que fueron votadas por cocineros profesionales de distintos restaurantes del municipio, con la consecuente entrega de premios y diplomas a las familias ganadoras. El último día, los estudiantes elaboraron un pequeño almuerzo con el que se invitó a las familias a almorzar. En este caso, los niños prepararon la sala, la mesa, los aperitivos y formaron parte de todo el proceso: desde la compra de los ingredientes hasta el cocinado y posterior limpieza.
Conclusiones
Esta propuesta suscitó el interés de todos los niños, mostrándose participativos en todas las tareas. Además se desarrolló siguiendo las instrucciones de la normativa de higiene alimentaria, evitando productos alérgenos o a los que algunos estudiantes pudieran ser intolerantes y cuidando extremadamente el orden y la limpieza. ¡Lo pasamos genial!