En la mayoría de las aulas específicas trabajamos por rincones diferenciados con el objetivo de vivenciar la enseñanza y conseguir un aprendizaje significativo. Sin embargo, una de las dificultades más latentes a las que nos enfrentamos los docentes de pedagogía terapéutica es la globalización de la enseñanza en alumnos con necesidades individuales tan concretas. Partiendo de esta dificultad, sentí el firme propósito de buscar un método para trabajar los contenidos trabajados en clase.
Así, nos decidimos a crear un lugar audiovisual donde pudiéramos trabajar los contenidos a través de las competencias tecnológicas. La flexibilidad que aporta la tecnología la convierte en un potente recurso capaz de adaptarse a las necesidades educativas especiales de los estudiantes.
Con la ayuda del personal técnico de integración social del aula, empezamos a probar de forma lúdica la cámara del móvil para comprobar la reacción y la interacción del alumnado ante esta herramienta. Utilizamos todo tipo de aplicaciones centradas en el uso de la cámara: filtros, máscaras fotográficas, montajes, realidad aumentada, entre otras. Los resultados fueron excelentes, los estudiantes se divertían y les encantaba verse reflejados en las imágenes. Era el momento idóneo para crear nuestro rincón televisivo.
¡Manos a la obra!
Después de investigar por la red los materiales que necesitaríamos para culminar el montaje y atestiguar su elevado precio (croma verde, focos, equipo audiovisual…), decidimos montar este espacio con material reciclado. Para el croma utilizamos cartulina verde que teníamos por clase y la adherimos a la pared con mejor luminosidad del aula aprovechando una lámpara situada en la parte superior del techo. En cuanto a los recursos audiovisuales, optamos por uno que actualmente todos tenemos presente: el teléfono móvil. Para la edición del croma, Google Play nos ofrecía multitud de apps gratuitas que permitían trabajar sobre él. En nuestro caso optamos por la aplicación ‘PowerDirector’.
Preparado el espacio, las herramientas y las ganas de comenzar, pasamos a la organización de cómo íbamos a plantear la metodología de trabajo. Este aspecto fue el más importante del proyecto audiovisual en el aula y supuso un punto de inflexión: cómo adaptar los contenidos a las necesidades educativas especiales del aula, cómo hacer accesible el proyecto audiovisual en el aula a aquellos estudiantes con dificultades de comunicación y con alteraciones en el desarrollo motor. Sin duda un reto maravilloso y ambicioso.
¿Cómo organizamos el trabajo?
Durante la semana, trabajamos el vocabulario correspondiente a la unidad didáctica. Dramatizamos el guion, preparado para el rincón televisivo, a través de material visual y una vez adquirido el contenido pasamos a las pruebas de grabación.
Cada estudiante se dedicó a una sección televisiva: se le otorgó un papel de periodista especialista en un tema determinado y el docente funcionaba como el presentador ausente realizando preguntas. A través del croma, pusimos fondo de imágenes y vídeos relacionados con el tema presentado:
-Tema de interés relacionado con el conocimiento del entorno: ‘los medios de transporte’ (presentación a través de imágenes y vídeos narrados); ‘los monumentos de mi comunidad’ (el estudiante hace de guía).
-Temas relacionados con la autonomía personal: hábitos de vida saludable.
-Espacio del amigo famoso: el alumno elige a su personaje famoso para salir en vídeos y fotos: ‘Os presento a mi amigo con superpoderes’ o ‘Mi amigo sale en la tele’.
Resultados y posibilidades
El alumnado ha mejorado en expresión oral, ha aumentado los niveles de atención y motivación, y lo más importante, ha mejorado su autoconcepto. La sonrisa y la ilusión que desprenden cuando se ven a sí mismos con el vídeo montado es el mejor criterio de evaluación de este proyecto.
Otro pilar importante es la inclusión. A corto plazo el proyecto se generalizará a todo el centro para que los estudiantes de otras aulas vengan a exponer sus trabajos y puedan ser entrevistados por mis alumnos.