Su interés por la ciencia y la tecnología ha llevado a la ingeniera Industrial Silvia Lavado a convertirse en profesora de un grado científico en la Universidad Europea de Madrid, en el que lucha para que la presencia de la mujer en las áreas STEM sea cada vez mayor, tanto en las aulas como en los libros. Compagina esta labor con su puesto en el Observatorio de Género de la institución, del que es responsable, y con el que trata de sensibilizar a la comunidad universitaria en cuestiones de igualdad de género.
¿Cómo es una clase de Silvia Lavado?
En mis clases (mayoritariamente del Grado en Ingeniería de Sistemas Industriales) aplicamos la metodología Project Based Learning. De este modo, el alumnado enseguida tiene que aplicar los conocimientos teóricos a problemas reales y, además, solemos alinearlos con los Objetivos de Sostenibilidad de Naciones Unidas. Las clases cuentan con un enfoque inclusivo, abierto a las opiniones diferentes y al debate, poniendo en valor la diversidad.
En sus clases, ¿hay equilibrio entre el número de alumnos y alumnas?
Lamentablemente, no. Hay una gran mayoría de varones en las mismas, por la realidad del declive de vocaciones STEM femeninas. Y es un gran problema. No solo nos perdemos el talento de las jóvenes, sino que los chicos no se acostumbran a tratar con mujeres de igual a igual. Es una pérdida para toda la sociedad.
Los motivos por los que esto sucede están siendo ampliamente estudiados: falta de modelos, estereotipos de género, asunciones respecto a la realidad de las profesiones tecnológicas y falta de motivación desde edades tempranas. En todo ello se está trabajando desde diferentes enfoques, pero queda camino por recorrer.
¿Cree que los y las estudiantes cuentan con suficientes referentes femeninos?
Hasta ahora no ha sido así. Prueba de ello es que cuando nos piden nombrar personas pioneras o científicas, siempre salen nombres masculinos y muy pocas veces femeninos. Sencillamente no las conocemos, y la historia del progreso siempre ha sido diversa, solo que determinados colectivos (mujeres, etnias diferentes a la blanca occidental, etc.) han sido invisibilizados por los cronistas. En el caso de las mujeres, esta práctica se denomina Efecto Matilda.
“La historia del progreso siempre ha sido diversa, solo que determinados colectivos han sido invisibilizados por los cronistas”
¿Cómo puede fomentarse el interés de las niñas en las profesiones relacionadas con la ciencia y la tecnología?
No creo que haya fórmulas mágicas para fomentar las vocaciones STEM entre las niñas. Los estudios al respecto han demostrado que la experiencia de ellas es diferente a la de ellos, y ese es el campo de juego que hay que nivelar: acabar con la idea de que a las mujeres se les dan mal las matemáticas, dar visibilidad a todas las figuras históricas femeninas que no han sido reconocidas, mostrar la realidad de las profesiones científicas y cómo éstas pueden alinearse con sus expectativas y sueños.
Es una labor de toda la sociedad, al fin y al cabo, tanto para no perder el talento femenino como en tantas otras áreas donde existe desigualdad. Hay múltiples iniciativas en este sentido en este momento, y basta con buscar un poco para ver dónde podemos ayudar más.
¿Es significativo que días como el de la Mujer y la Niña en la Ciencia sean reconocidos? ¿Está cambiando algo?
Es fundamental que se dé visibilidad a este problema para que la sociedad se sensibilice al respecto. La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó en diciembre del 2015 que el 11 de febrero sería el Día Internacional de la Mujer y la Niña y la Ciencia como parte de la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 para luchar contra la brecha de género en ciencia, tecnología e innovación. Se trata de un esfuerzo colectivo a nivel global para mejorar el acceso a la educación, al empleo, luchar contra la discriminación y reconocer ese talento del 50% de la población, que en muchas ocasiones está desaprovechado. Los efectos de esta iniciativa y todas las que ha provocado se podrán medir sobre todo a largo plazo, pero cada vez que acabamos algún taller en los colegios ya empezamos a ver que las percepciones están cambiando, y que las niñas se plantean cosas diferentes.
“Cada vez que acabamos algún taller en los colegios empezamos a ver que las percepciones están cambiando, y que las niñas se plantean cosas diferentes”
Es responsable del Observatorio de Género de la Universidad Europea de Madrid, ¿en qué temas se están centrando actualmente? ¿Ya han conseguido algún resultado?
El Observatorio de Género de la Universidad Europea se funda con la intención de analizar, visibilizar y sensibilizar a la comunidad universitaria y terceros sobre formas de trabajar por y para la igualdad de género. El ideario de esta iniciativa se alinea con la campaña de Naciones Unidas #HeForShe, invitando a todo el mundo a converger en una sociedad igualitaria e involucrando a personas de cualquier género en la misma.
Hemos tenido múltiples talleres a lo largo de 2018, incluyendo una Semana de la Mujer cargada de actividades en la que abrimos la Comunidad Universitaria a debates que no habían tenido lugar de manera tan pública. Este curso también hemos empezado con ganas, con una conferencia de Violencia Sexual de Adriana F. Caamaño a la que asistieron más de 500 personas, y ya estamos organizando la Semana de la Mujer de este año, donde hablaremos de Masculinidades y de la Mujer en Videojuegos, entre otros temas. Por otro lado, participamos con la iniciativa Technovation, Power to Code en España, poniendo a nuestro alumnado de ingenierías a disposición de las niñas como mentores.
En noviembre del pasado año, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades puso en marcha el Observatorio ‘Mujeres, Ciencia e Innovación’ para promover la igualdad de Género en el ámbito científico. ¿Qué opina de la labor de este nuevo órgano?
Es una iniciativa con un potencial inmenso y tenemos muchas esperanzas en ella. Como indicaba antes, no podemos permitirnos desperdiciar el 50% del talento de una sociedad, y hay que luchar contra los estereotipos desde todos los ámbitos y, por supuesto, desde las instituciones. Creo que desde una plataforma con suficiente consenso se pueden dar pasos de gigante, ya que en este momento, las organizaciones que fomentan el avance de la Mujer en la Ciencia a menudo están muy atomizadas.