La maestra y psicopedagoga Patricia García se autodenomina defensora de la creatividad. De hecho, hace nueve años creó un proyecto educativo que tiene como objetivo ayudar en el rendimiento y las dificultades académicas de los estudiantes a través del pensamiento creativo y el arte; una forma de enseñar que tiene mucho que ver con la libertad artística y con alejarse de lo convencional y lo establecido. En su libro ‘Cree en ti para crear. Manual sobre el pensamiento creativo’ (Educa) explica a los docentes cómo aplicarlo en el aula con multitud de estrategias prácticas. Algunas de ellas nos las desvela en esta entrevista, en la que también habla de la relación que existe entre autoestima y creatividad y de cómo motivar a los estudiantes en el ámbito artístico para que entiendan que “la creatividad no tiene que ver únicamente con dibujar bien o hacer unas bonitas manualidades”, sino que va mucho más allá.
Pregunta. ¿Qué es el pensamiento creativo?
Respuesta. Cuando hablamos de pensamiento creativo nos referimos a pensar fuera de la caja, a ser capaces de percibir una misma realidad desde múltiples direcciones e, incluso, de ser capaz de inventar o transformar una realidad a raíz de otra. Para pensar de forma creativa tenemos que estar dispuestos a salirnos de lo convencional, de lo establecido y de lo conocido.
El pensamiento creativo, como otras muchas disciplinas, necesita de un entrenamiento constante. Para desarrollarlo de forma consciente tenemos que estar dispuestos a equivocarnos, a aceptar los errores, a aprender a improvisar en el proceso de creación de una idea y a ser sobre todo flexibles, algo que socialmente cuesta.
P: ¿Cómo se puede fomentar la creatividad entre el alumnado?
R: A la creatividad solo hay que ofrecerle oportunidades dentro del aula. Al alumnado, sobre todo en las edades más tempranas, les encanta curiosear, comprobar qué ocurre si muevo, toco o tiro cualquier objeto. Tienen gran facilidad para sacar su fantasía y menos sentido del ridículo que los adultos para participar en las sesiones. No obstante, y a medida que los cursos pasan, los estudiantes suelen estar más condicionados por un sistema de preguntas y respuestas únicas, de cumplimiento de normas, instrucciones y patrones; un sistema de repetir una realidad sin dejar margen para que ellos mismos tomen decisiones, para crear de forma libre o, incluso, para compartir su visión de algún aprendizaje.
Para fomentar la creatividad en el alumnado no necesitamos hacer manualidades o murales, sino empezar a cambiar las preguntas. Los docentes deberíamos preguntar menos ‘¿qué es?’ y cambiarlo por el ‘¿qué ves?’. Solo así, dando paso a sus ideas, podremos ayudarles a mejorarlas y potenciarlas.
P: ‘Creer en ti para crear’ es el título de su libro. ¿Cómo influye la autoestima en el proceso creativo?
R: Para crear algo, primero hay que imaginarlo y, cuando ya tenemos esa idea inicial formada, debemos investigar mucho sobre ella. Por eso el proceso creativo no es el resultado final, sino que sería nuestro producto. Y en ello, la autoestima es importante, claro que sí. Desde mi realidad, aún teniendo momentos complicados de agobio y estrés en los que sientes que nada sale, lo cierto es que la creatividad es mi refugio. Aquí hay que hacer un trabajo consciente y personal de ser capaz de crear siempre desde el bienestar y el disfrute, no desde la obligación, ya que solo de ese modo es cuando las ideas fluyen.
P: ¿De qué forma se puede motivar al estudiante que piensa que no es creativo?
R: La mayoría de adultos o estudiantes mayores creen que no son creativos. Para acabar con ese bloqueo hay que ayudarles a entender que la creatividad no tiene que ver únicamente con dibujar, pintar bien o hacer bonitas manualidades, porque este es uno de los primeros rasgos que nos hacen pensar que no somos creativos. Pero lo cierto es que la sociedad así lo plasma y nosotros lo vamos transmitiendo también de este modo a nuestro alumnado.
Lo ideal es comenzar a entender que la creatividad está presente en muchos momentos de nuestro día, en las acciones cotidianas. Creatividad es preparar una buena receta para alguien especial; es seleccionar el detalle perfecto a un amigo pensando en su color u olor preferido; es buscar soluciones rápidas a situaciones diarias e imprevistas. Cuando empezamos a caminar por la vida entendiendo qué es ser creativo, vemos más posibilidades de reencontrarnos con nuestra propia creatividad.
P: ¿De qué forma pueden utilizar los docentes las habilidades de pensamiento creativo?
R: Las habilidades del pensamiento creativo son diversas y según el autor que las mencione pueden ser diez, ocho, doce… En mi caso, solo hablo de las que puedo comprobar en primera persona, ya que son las que empleo siempre que inicio un nuevo proyecto o idea, como por ejemplo: habilidades de percepción, de investigación, de conceptualización, de razonamiento y de traducción. Todas ellas se pueden entrenar en clase y es recomendable comenzar a entenderlas por separado aunque en una misma actividad podemos trabajar varias.
P: ¿Podría poner un ejemplo de actividad creativa para estudiantes de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato?
R: Un ejemplo de actividad, que puede adaptarse según el nivel educativo, sería trabajar los refranes y las frases hechas como contenido curricular. En mi caso, trajimos varios escritos al aula, los leímos y reflexionamos sobre su significado, además de investigar el motivo de esa creación lingüística a modo de rima. Una vez realizado este trabajo previo de investigación y expresión oral en el aula aportando diferentes ideas entre todos, pasamos a crear. Para ello, intentamos recrear esos platos de porcelana que antiguamente adornaban las cocinas (o que siguen adornando la cocina de los abuelos, los tíos…). El objetivo es que el mensaje del refrán quedara reflejado en la decoración de ese plato. Finalmente, llegó la parte de interpretación. De forma libre debían reconocer el refrán que escondía cada pieza de la vajilla.
Darles la oportunidad de hacer, de expresar con libertad, de comprobar cómo sí pueden trasladar un mensaje sin ser buenos dibujantes, ayuda a coger confianza en uno mismo y a no tener miedo a la creatividad. La mayoría de propuestas creativas deberían intentar unir realidades que aparentemente no tienen nada que ver y buscar puntos en común, relacionar realidades. Esta es la parte más complicada dónde el docente debe actuar de referente.