Mara Mariño es periodista, sexóloga y activista feminista. Recientemente ha publicado ‘Todo lo que mi novio debe saber sobre feminismo’ (Grijalbo), un manual que desmonta, a través de un discurso directo y mordaz, cómo nos relacionamos en pareja y qué tiene que ver el patriarcado en todo ello: desde la forma de ligar y la gestión de las emociones hasta las prácticas sexuales o el amor. Para evitarlo, propone incluir el feminismo en las relaciones y mostrar otra realidad en este ámbito en la que se evite la visualización de la pornografía, hacerse cargo de tareas del hogar tan básicas como la limpieza del baño y cuidar y proteger la intimidad de la otra persona.
Asimismo, Mariño cree que entre los más jóvenes los códigos han ido cambiando pero siguen sin tener referentes ni buenos ejemplos de relaciones amorosas sanas. Y es como señala: “Los jóvenes se tienen que olvidar del típico razonamiento de si les gustaría que trataran de una manera machista a su madre o a su hermana. Eso significa que solo se preocupan por las mujeres desde los vínculos que establecen con ellas y no como personas con sentimientos ‘per se”. Para la periodista queda mucho por hacer y uno de los ámbitos para ello deben ser los centros educativos, que siguen anclados en un modelo androcéntrico: “Hay que enseñar la historia y obra de más mujeres en las aulas y en los libros de texto”, recalca.
Pregunta: En su libro se dirige al hombre y le habla de distintos temas que preocupan a las mujeres y que forman parte de la sociedad (el amor, el sexo, la independencia, la violencia…), ¿qué es una pareja feminista?
Respuesta: En la teoría es fácil describirla: una pareja feminista está comprometida con la igualdad de género, tanto dentro como fuera de la relación, aboga por los derechos de las mujeres, apoya los movimientos feministas y se esfuerza por comprender los desafíos y luchas que enfrentamos. En la práctica te diría que es quien es consciente de su privilegio y no participa en comportamientos machistas, pone en práctica ese compromiso en su día a día en entornos laborales, familiares o sociales sin perpetuar estereotipos de género (por ejemplo carga doméstica, expresión de sentimientos, cuidados, crianza…). Es quien trata a su pareja como a una igual, con respeto y apoyo en todas las áreas de su vida.
P: ¿Cómo se extrapola a las parejas adolescentes? ¿Cree que son las que más necesitan aprender sobre cómo construir relaciones sanas?
R: Tienen las mismas características, pero aplicadas a ese momento vital. Por poner unos ejemplos, una pareja feminista es alguien que respeta a la otra persona, que no sexualiza a otras mujeres, no discrimina por su sexo, cuida y protege la intimidad de ambos, trata con cariño, no ve pornografía (¡fundamental!), se involucra en las labores de su propio hogar, no utiliza la sexualidad de las mujeres como un insulto, no hace burlas de la menstruación y tampoco es cómplice de esas acciones cuando las hacen otras personas riéndose, animando o ayudando. Sin duda, los adolescentes necesitan aprender cómo construir relaciones sanas, porque aunque reciban educación en casa, los productos que consumen (series, películas, videojuegos, internet, medios…) aportan mensajes subliminales que están muy alejados de ellas.
P: ¿De qué forma cree que interpretan los más jóvenes el feminismo y las relaciones amorosas?
R: Creo que tienen un ‘batiburrillo’ importante porque no tienen referentes ni de feminismo ni de relaciones amorosas sanas. Lo que sí tienen es una sociedad que les repite constantemente que poseen una sexualidad que pueden (y deben) explotar, que eso, junto a los cambios hormonales, da lugar a una serie de ideas o estereotipos muy peligrosos. La tendencia a fomentar la libertad sexual se ha invertido. Ahora en vez de abogar por tener relaciones íntimas basadas en el disfrute -sin que haga falta tener sentimientos de amor por la otra persona, lo que solo parecía válido para las mujeres hace unos años-, se ven mensajes de ‘coaches’ en las redes sociales (que no superan los 18 años) que dicen que si una chica ha tenido ya relaciones no es de ‘alto valor’ o que no va a resultar de interés para los hombres. Y, a la vez, por culpa del porno, se da por sentado que si tienen sexo, es una barra libre de prácticas de todo tipo, porque si no accedes es que eres una estrecha o una aburrida y para eso mejor irse con otra.
P: ¿Son los adolescentes de ahora feministas?
R: Creo que algunas adolescentes han tenido ya contacto con el feminismo a través de una educación por parte de familias con perspectiva feminista y se ve que señalan comportamientos incorrectos o, incluso, reivindican que aparezcan mujeres en su currículo educativo, algo que hace años ni nos planteábamos. Por otro lado, hay una reacción opuesta polarizada, que se denomina ‘antifeminista’, mayoritariamente formada por chavales que son sus propios coetáneos. En TikTok, la red social que más consumen, hay mucha desinformación. No están interpretando el feminismo como algo positivo que busca equilibrar una sociedad coja de machismo, sino como algo amenazador que hay que frenar a toda costa.
P: ¿Qué se puede hacer desde las aulas? ¿Más educación o más conciencia social?
R: Impartir talleres está muy bien, pero no cambia que el modelo educativo es androcéntrico: hay que enseñar la historia y obra de más mujeres en las aulas, en los libros de texto. También sería clave comentar y educar sobre los casos más mediáticos que ponen en el punto de mira la violencia sexual, como lo que sucedió con los desnudos mediante inteligencia artificial del centro escolar de Almendralejo (Badajoz) o lo que ha pasado con el futbolista Dani Alves. Y, por supuesto, hay que atajar el uso de la violencia, recurso de la masculinidad por excelencia, con autorreflexión, el acto de pedir disculpas, la educación en respetar límites y fomentar la libertad de expresión en cuanto a los sentimientos. La conciencia social se genera también a partir de esas dinámicas.
P: ¿De qué forma pueden darse cuenta los jóvenes de que sus actitudes con las mujeres no son adecuadas?
R: Tenemos que hacer que se olviden del típico razonamiento de si les gustaría que trataran de esa manera a su madre o a su hermana. Eso significa que sólo se preocupan por las mujeres desde los vínculos que establecen con ellas y no como personas con sentimientos ‘per se’. Así que la pregunta sería: ¿a ellos les gustaría recibir ese trato? La mayoría de las agresiones en la infancia y adolescencia vienen provocadas por los estereotipos de género y están sustentadas en la supremacía de los hombres respecto a las mujeres, a partir de ahí se consolida el resto. La socialización diferencial hace que ellos ostenten un rol de dominación y ellas de sumisión, así que deben darle una vuelta a su manera de comportarse y dejar de relacionarse desde la violencia o la intimidación.
P: ¿Cómo influyen las redes sociales en este ámbito?
R: Antes la mayor parte de los problemas se daban en el colegio, ahora siguen en casa. La accesibilidad y facilidad de compartir los mensajes que se ven en redes hacen que sean una nueva fuente de información, de ahí que convenga tener una conversación sobre el tipo de creadores que siguen nuestros hijos y debatir con ellos sobre los mensajes que reciben. Por otro lado, la violencia no se da sólo en las aulas (en clase es el sitio por excelencia, ya que es donde más pasa inadvertida), sino también en sus perfiles online. No debemos esperar a que pase algo, es fundamental tener un canal de comunicación abierto sobre el tema, sobre todo para poder prevenir casos de bullying que pueden pasar más inadvertidos al suceder solo ‘dentro’ de sus móviles. Hay que hacer mucho hincapié en que lo que se quiere, como madre o padre, es proteger y mostrar apoyo.
P: Díganos tres cosas que ‘todos los novios’ deben saber sobre feminismo.
R: Me parece fundamental que los novios sepan cómo limpiar e l baño. Es algo que no se enseña prácticamente en ninguna familia, pero si tu hijo es capaz de piratear un videojuego donde se ven sangre y vísceras, puede aprender esta habilidad higiénica básica. No solo le permitirá hacerse cargo de sus propios restos sino, a la larga, ser un adulto funcional. También enseñaría desde una edad muy temprana que el porno es algo que somete a las mujeres. El primer contacto con este tipo de contenidos se da a los 8 años y deben saber que es un producto dañino cuyo objetivo es crear hombres que se exciten con el sufrimiento de las mujeres, lo que se traduce en que sólo encuentran placer en la intimidad a través de un trato violento. Por último, que el sexo es algo libre, deseado e interactivo entre dos personas, es decir, que debe ser una conversación y un chequeo constante de que se está a gusto, de que se quiere hacer lo que se está haciendo y de que si surge cualquier miedo, inseguridad o reticencia, se para inmediatamente.
- Mariño, Mara (Author)