Deanna Mason: “Cambiar la mala conducta de los hijos puede llevar entre 6 meses y un año”

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El currículo de Deanna Mason es muy amplio: doctora y especialista en enfermería pediátrica, cuenta con una amplia experiencia trabajando en adolescentes con su método de Paternidad Proactiva. Ahora, Mason ha publicado ‘Cómo educar adolescentes con valores’ (LID Editorial) donde explica esta y muchas más técnicas que ha aplicado a lo largo de su carrera para ayudar a menores con problemas de comportamiento.

¿Cómo definirías la paternidad proactiva y en qué consiste? ¿Cuándo se puede empezar a aplicar?

La Paternidad Proactiva es un método para prevenir o limitar el alcance de determinados problemas de comportamiento mientras enseñamos valores que permiten a nuestros hijos crecer felices y saludables. Las herramientas y consejos de este método están basados en el desarrollo físico, mental, social, y emocional del niño y en las últimas investigaciones y recomendaciones de las asociaciones pediátricas internacionales. Los padres pueden empezar a usarla desde el primer mes de vida, durante toda la infancia o en la adolescencia. Es un método con tres pilares centrales: el primero es la fijación de límites y la disciplina, el segundo está compuesto por las técnicas parentales flexibles y el tercero consiste en sentirse con la confianza y el control. Tengo que aclarar que la palabra ‘flexible’ en el segundo pilar no significa que las técnicas sean flexibles, sino que las técnicas pueden ser aplicadas a cualquier valor que la familia elija. La Paternidad Proactiva no es una píldora mágica ni un método inflexible que todas las familias deban implementar exactamente igual. Más bien, es un método que pueden usar para transmitir valores a sus hijos y definir lo que es importante para la familia y lo que es ser una buena persona.

¿Qué es lo que más les preocupa a los padres que acuden a ti?

En muchos casos los padres vienen a mí porque no están seguros de su capacidad para ser padres. Han intentado diferentes técnicas con sus hijos y tuvieron un éxito limitado o vieron que los resultados de sus esfuerzos distaban mucho de lo que esperaban lograr. Normalmente el problema es que están intentando algo que han leído en internet y que escucharon que era una buena técnica o algo que usaron con un hermano mayor pero sin adaptar la estrategia al nivel de desarrollo de su hijo en ese momento en particular.

Deanna Mason - Lid Editorial

Los problemas que frustran con mayor frecuencia a los padres incluyen dormir a un bebé, lograr que los niños coman una dieta sana y equilibrada, enseñarles a ser respetuosos, tratar de limitar la mentira y la deshonestidad, hacer que los niños estudien y hagan sus deberes, motivarles a tomar responsabilidad de cuidar de sí mismos (es decir, hacer la mochila, limpiar su habitación, cumplir tareas), tratar de aplicar límites y disciplina consistentemente, saber cómo administrar el uso de la tecnología de sus hijos, encontrar maneras de conectar con hijos adolescentes, etc.

Estas son situaciones normales a las que se enfrenta la familia moderna pero que pueden convertirse en una fuente de estrés. Esta es la razón por la cual la prevención de estos problemas comunes puede ayudar a los padres a sentirse más seguros en su capacidad de ser padres y hacer que la vida familiar sea más placentera.

¿Cuáles son las principales herramientas para prevenir los problemas de comportamiento en adolescentes?

Todos los niños, incluidos los adolescentes, realmente quieren límites porque intrínsecamente saben que los límites razonables y la disciplina les ayudarán a experimentar la vida de una manera que les conduzca al éxito. Sé que hay muchos padres que no están de acuerdo con esa afirmación porque su experiencia personal es diferente. Cuando los adolescentes entienden por qué los padres están poniendo límites a su comportamiento y que esos límites respetan sus habilidades y su desarrollo, por lo general se adaptan bien a ellos. Claro, esta situación solo puede pasar si los padres construyen una relación buena con su hijo basada en valores compartidos para mejorar la confianza de la relación y el sentido de pertenencia.

¿Por qué? A ningún niño o adolescente le gusta estar en situaciones que son demasiado avanzadas o restringidas para sus habilidades, ya que aumenta las probabilidades de fracaso o frustración. Muchas luchas de poder entre los adolescentes y los padres surgen porque los dos tienen diferentes ideas sobre qué es importante y qué es ser una buena persona. Si los adolescentes están educados en los valores de la familia, no se producirán grandes desacuerdos porque toda la familia estará mirando las situaciones más o menos de igual manera; los adolescentes con menos experiencia vital pueden interpretar las situaciones de una manera distinta que sus padres, pero nadie va a discutir los aspectos centrales.

¿Es posible tener una relación de confianza con los hijos?

¡Claro que sí! Como he explicado, a los niños y adolescentes les gusta un ambiente que tenga sentido, donde ellos puedan anticipar y que esté al nivel de sus capacidades y habilidades. Cuando los padres construyen un ambiente familiar dirigido por los valores y adaptan las técnicas parentales al desarrollo de cada hijo, pueden enseñar la importancia de cada miembro de la familia. Si los padres construyen su familia con estas ideas desde el principio, los hijos que crecen en este ambiente lo consideran normal y se encuentran muy felices en el entorno.

El mayor riesgo para una relación de confianza con los hijos surge cuando los padres practican la paternidad accidental, que surge cuando los padres piensan que están enseñando a sus hijos un comportamiento o valor pero en realidad, están comunicando una cosa completamente distinta. Eso influye negativamente en la relación entre padres e hijos porque no hay una base sólida: la educación que los padres están intentado aplicar no cuadra con la educación que el hijo está recibiendo. La desconexión entre ambas partes afecta negativamente la relación porque todos están luchando para entender qué está pasando. Nada cuadra y ambas partes tienen desconfianza y frustración sobre la otra parte.

¿Cómo puede un padre saber si su hijo tiene problemas de conducta o si, más bien, está teniendo un desarrollo ‘complicado’?

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Un punto importante de la Paternidad Proactiva es que los padres miran a sus hijos por su edad de desarrollo y no solo por la edad cronológica. La edad cronológica es fácil de medir, es la fecha de nacimiento. Pero la edad de desarrollo es más compleja, pues cada niño puede pasar por un proceso de desarrollo específico y predecible. La velocidad en que los niños desarrollan sus distintas áreas (física, emocional, habilidades motoras, psicosocial, cognitiva, sexual o moral) puede variar hasta 3 años entre niños de la misma edad cronológica.

Esta información es muy útil en el método de la Paternidad Proactiva porque significa que los padres pueden adaptar los límites, la disciplina y las técnicas parentales a la edad de desarrollo de su hijo para ayudarle sin causar daños.  Específicamente, la capacidad para evaluar al niño y su edad de desarrollo ayuda mucho a evaluar si un mal comportamiento está relacionado con un problema de conducta o con el desarrollo. Para saberlo, los padres deben mirar si el comportamiento sospechoso aparece en todos los lugares y situaciones: en casa, en el parque, durante la semana y fin de semana, durante el año escolar y vacaciones, con mamá y con papá. Si aparece siempre, normalmente está relacionado con el desarrollo. En este caso, los padres deben apoyar al niño para superar el reto y continuar en su proceso. Sin embargo, si el comportamiento sospechoso solo aparece de vez en cuando o solo cuando el niño no está motivado, normalmente es un problema de conducta. Por ejemplo, si el niño no quiere salir de la cama para ir al cole pero no tiene ningún problema para despertarse durante el fin de semana para un actividad divertida, los padres deben poner límites y aplicar disciplina para corregir el comportamiento y que el niño aprenda que su conducta no está de acuerdo con las normas y los valores de la familia.

¿Crees que las nuevas tecnologías y las redes sociales han agudizado el problema del bullying?

Para bien o para mal, los jóvenes están acostumbrados a compartir sus actividades constantemente con sus amigos, compañeros y seguidores. La tecnología de los teléfonos móviles significa que en cualquier momento pueden tomar una imagen y compartirla con todo el mundo. No necesitan explicar nada, solo colgar una foto o un vídeo.

Las redes sociales han redefinido el clima de intimidación

El problema de esta realidad es que los niños pueden subir fotos a las redes sociales para causar daño a otros. Es fácil, rápido y puede pasar sin el conocimiento de la víctima o de terceros. Los smartphones y las redes sociales permiten que el agresor y la víctima no estén en contacto. El acoso escolar hoy en día no es cara a cara como antes. En interacciones cara a cara, el agresor es testigo del miedo, la tristeza o la furia de la víctima, lo que puede influir en sus comportamientos. También, en este tipo de interacciones la víctima tiene poder para influir en lo que está pasando porque puede hablar o luchar con el agresor. El cyberbullying elimina toda relación entre las dos partes. 

Las redes sociales han redefinido el clima de intimidación porque permiten que personas que no están relacionadas con el agresor ni con la víctima puedan participar en el acoso. Es posible ver algo y comentar o reenviar contenido que es dañino sin conocer a ninguna de las personas involucradas. Lo horroroso de esta situación es que, mientras anteriormente el acoso escolar se limitaba al parque, el patio, el colegio o el barrio, con el cyberbullying el acoso escolar no tiene límites y puede seguir a la víctima a cualquier punto en el mundo. No hay respiro.

¿Qué recomendación harías a unos padres con un adolescente problemático?

Es común que los padres hablen sobre la adolescencia como una etapa estática, pero en realidad es muy dinámica y con un montón de cambios interrelacionados y unos influyen a los otros. Además, cada adolescente se mueve por el proceso de la maduración a su manera. Por lo tanto, el primer paso es evaluar la edad de desarrollo del adolescente en las distintas áreas (como física, emocional, social, cognitiva, sexual, habilidades motoras, etc). Esta información ayudará a los padres a entender si el mal comportamiento del adolescente está relacionado con un retraso en un área de desarrollo o es un problema de conducta. Si es un retraso en una o más áreas de desarrollo, los padres deben apoyar al hijo en su proceso. Si es un problema de conducta, los padres deben poner los límites y la disciplina apropiados para motivar un cambio de comportamiento. El aspecto más importante en este momento es no tirar la toalla demasiado temprano. Lleva su tiempo cambiar el comportamiento del adolescente. Según mi experiencia profesional, puede llevar entre 6 meses y un año, si los padres establecen consistentemente los límites y aplican una disciplina. La única manera de aguantar es entender que se trata de un proceso largo y hay que administrar los límites y la disciplina de manera que podamos llegar al final con éxito.

Un efecto secundario positivo de adaptar los límites, la disciplina y las técnicas parentales a la edad de desarrollo es que la relación entre padres e hijos puede mejorar. Cuando los padres tienen en cuenta la edad de desarrollo al dirigirse a sus hijos éstos se sienten más entendidos. Los límites, la disciplina, los derechos y las obligaciones de todos los miembros de la familia están más en sintonía. Los hijos pueden gozar de un nivel de independencia apropiado a su desarrollo, que les permite mantenerse seguros y que promueve sus capacidades. Mientras, los padres se sienten más confiados y en control porque sus actividades parentales son más efectivas y menos laboriosas. Yo sé que un cambio lleva tiempo pero la inversión merece la pena.

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