El nuevo libro de David Martín Díaz , director de Ashoka España y experto en educomunicación y empoderamiento juvenil, se titula ¿Por qué educamos? (LID Editorial), una obra que intenta responder a esta pregunta con la ayuda de una veintena de personas de referencia ligadas al ámbito educativo. Hablamos con él de este trabajo, pero también de la esencia de la educación y de cómo se la imagina dentro de unos años, entre otras cuestiones.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro y qué temas se tratan en él?
La educación está en un momento muy interesante. Está en los medios y en la calle, se habla del cambio, de innovación, de la necesidad de revisar metodologías y visibilizar referentes positivos. Es muy importante que así sea, pero sin perder de vista la brújula. ¿Por qué innovamos? ¿Por qué necesitamos cambiar dinámicas, culturas de centro o políticas educativas? ¿Qué le pido al colegio de mis hijos? ¿Qué evaluamos? ¿Qué papel tienen las pantallas en la socialización o el aprendizaje de nuestros hijos?
Es decir, la intención es sobre todo fijar el debate en el propósito. Por supuesto siempre teniendo en cuenta que no hablamos solo de lo que ocurre en la escuela sino en toda la experiencia vital que tiene un niño mientras crece en casa, en su barrio… El libro es resultado de conversaciones con una veintena de personas de referencia en el ámbito educativo desde ese punto de vista integral, incluyendo por supuesto un alumno entre ellos.
¿Por qué educamos y con qué objetivos lo hacemos?
La respuesta depende de a quien preguntemos. Por ejemplo, si preguntamos a los alumnos “por qué van a clase” su respuesta suele ser “para ser alguien el día de mañana”. Bueno, la verdad es que esta es una respuesta muy generalizada independientemente a quien preguntes.
Reflexionar sobre los fines de la educación es reflexionar sobre nuestro futuro como sociedad
Atendiendo a los planes educativos de centro o a los preámbulos de las leyes educativas siempre objetivos adicionales, centrados en formar personas íntegras, capaces de comprender la diversidad o participar en democracia, por decir algunos, pero cabría preguntarse si este es de verdad un foco del proceso de aprendizaje. Dime qué evalúas y te diré lo que te importa. Y la realidad es que en el día a día como evaluamos nuestro progreso es superando exámenes que miden nuestras capacidades cognitivas (suponiendo casi siempre que todos aprendemos de la misma manera y al mismo ritmo). Es un tema que da para mucho.
Por eso, para mí la pregunta es para qué deberíamos educar. Como coinciden muchos filósofos y educadores a lo largo de la historia, reflexionar sobre los fines de la educación es reflexionar sobre nuestro futuro como sociedad. ¿Qué tipo de sociedad queremos? ¿Estamos de verdad educando para ese ideal? ¿Cómo sabemos si estamos progresando en ese propósito?Atendiendo a los planes educativos de centro o a los preámbulos de las leyes educativas siempre objetivos adicionales, centrados en formar personas íntegras, capaces de comprender la diversidad o participar en democracia, por decir algunos, pero cabría preguntarse si este es de verdad un foco del proceso de aprendizaje.
¿Cuál es el propósito fundamental de la educación? ¿Se ha perdido su esencia?
La educación necesita recuperar su componente esencial, la ética y los valores. No perder de vista jamás el rol individual y colectivo que cada no tiene para mejorar el mundo alrededor. Esa toma de conciencia se aprende y se puede practicar. El mundo sería un lugar mejor si todos aprendemos y practicamos cómo mejorarlo.
Un proceso de aprendizaje que olvida esto puede ser muy instructivo y satisfactorio, pero no es educativo. No basta con sacar muy buenas notas. Hay numerosos ejemplos de alumnos considerados excelentes por sus estupendas notas pero que acosan a sus compañeros o tienen actitudes machistas o xenófobas, por decir algún ejemplo. No se puede disociar éxito educativo del aprendizaje real y efectivo de valores. De hecho, solo pueden ir juntos.
A la hora de educar, ¿qué preguntas deberíamos plantearnos o (replantearnos) para lograr el éxito?
Innovar es un estado mental permanente de querer mejorar la práctica educativa
Creo que necesitamos abrir más los ojos y escuchar más. Hay muchas soluciones alrededor, sin necesidad de irnos muy lejos. Cualquier centro educativo sabe quiénes son los docentes que mejor funcionan, que mejor conectan con sus alumnos y consiguen extraer lo mejor de ellos. Al fin y al cabo, ese es precisamente el significado de educar. Los docentes tienen que tener espacio (y voluntad) para colaborar más. Necesitamos que el proyecto sea compartido entre docentes, familias, responsables de educación y juventud en el barrio. Es tarea de todos.
Para mí la pregunta es constante, diaria. Innovar es un proceso que no acaba nunca, es un estado mental permanente de querer mejorar la práctica educativa y ponerla al servicio de lo que esos alumnos necesitan para conseguir la mejor versión de sí mismos.
Una buena educación debe basarse en …
La persona que aprende. Por eso no hay fórmulas mágicas. La educación, por definición, es adaptación al contexto. Depende de cada chico y chica, de quiénes son, con sus capacidades y sus intereses, de sus circunstancias e incluso del día que tienen. Y pensemos, insisto, que esto no ocurre solo en la escuela. Ocurre en ámbitos de educación no formal, en el ocio y tiempo libre, en casa…
¿Considera que la forma en que ahora se educa difiere con respecto a la de generaciones pasadas?
Depende de muchas cosas, del lugar del mundo del que hablemos, de la época que tomemos como referencia… Si hablamos de España, la gran mayoría de las cuestiones que hoy manejamos como innovadoras ocurrieron hace muchas décadas; lo cual me parece maravilloso, pensar que de repente nos damos cuenta de que el rumbo al que nos llevan las expectativas de la sociedad, los intereses del mercado o las políticas quizás no sean las más deseables. Que necesitamos recuperar el rumbo, la capacidad de dialogar, cooperar, analizar críticamente la realidad, desarrollar competencias para transformarla y aplicar el conocimiento adquirido para mejorar el entorno y resolver problemas.
¿Cómo imagina el futuro de la educación en la próxima década? ¿Será muy diferente a la de ahora?
Creo que la tendencia es prestar más atención a las llamadas “softskills”, las competencias sociales o emocionales y que somos cada vez más conscientes de la necesidad de aprender constantemente, algo que es una habilidad en sí misma; y también competencias relacionadas con la iniciativa, la resolución de problemas o la cooperación. El reto, una vez más, es darle sentido a todo ello.
Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
- Educación: Propósito y colaboración.
- Educador: La vocación más maravillosa y difícil del mundo.
- Escuela: Micro-sociedad de personas que aprenden.
- Éxito: Equidad, justicia social, derechos humanos.
- Fracaso: Productividad y conocimientos sin valores.
- Familia: El primer contexto educativo.
Muy interesante porque centra el problema. ¿Para qué educamos? Y me parece que el entrevistado se posiciona en un lugar que no coincido y que no coinciden muchas de las respuestas que el sugiere le han dado. La gente va a la escuela a aprender no a comportarse mejor.
Este es el objetivo de la familia. Y es verdad que la escuela puede colaborar. Pero no es ese su objetivo.
Y a partir de ahí, se puede discutir.
Estupendo, otro sabio que no trabaja en un colegio pero sabe mas que nadie.
Sin lugar a dudas, la llegada de la inclusión educativa supuso un fuerte golpe para la cultura segregadora instaurada en el sistema educativo anterior. Este hecho, si bien dio paso a una etapa más democrática, en la cual tuvieron cabida todos los alumnos, con independencia de su edad, sexo, somatotipo, cultura, entre otros, ha supuesto para los centros y los docentes, la necesidad de llevar a cabo cambios organizativos, a escala macro, a través de los cuales reconvertir estructuras, currículo, materiales, metodologías, programaciones y todo un sistema que posibilite el logro de los objetivos esperados
Es en este cambio ideológico, donde se gesta y asienta el concepto diversidad; la materialización de este principio, se lleva a cabo en el sistema educativo a consecuencia de un esfuerzo sistemático y gubernamental, realizado para mejorar el sistema educativo.
La diversidad es una característica intrínseca de la naturaleza humana, es un valor positivo y enriquecedor de las relaciones sociales de las personas. Se trata de un nuevo modo de entender el hecho educativo, contrario al modelo dual de enseñanza, y en el que se aboga por la inclusión de todos los alumnos.
La cooperación en el hogar, hijos y padres es elemental si se quiere evitar la formación de personas egoístas como hasta ahora se ha venido produciendo desde los tiempos de la "democracia" del 78. La formación en este valor es esencial en la educación para la paz, puesto que se trata de que los hombres y mujeres, niños y niñas, aprendan a obrar conjuntamente con otro u otros con un mismo fin. Recordemos que una persona egoísta es aquella que pide ayuda para sus cosas pero que se niega a prestarla a los demás.