¿Recuerdas a qué jugabas cuando eras pequeño? Seguramente pienses en las tardes en el parque o en la plaza con los amigos. No hacían falta ni juguetes: cualquier piedra podía convertirse en un coche, y una larga pared era una oportunidad para tocarla antes que los demás al jugar al escondite. Con el paso del tiempo, los juegos al aire libre se han ido sustituyendo por los dispositivos electrónicos, los videojuegos e, incluso, las redes sociales.Y, según los expertos, eso ha provocado que los menores vivan cada vez más desapegados de los entornos naturales; un fenómeno bautizado como ‘trastorno por déficit de naturaleza’ y que puede provocar problemas de ansiedad, hiperactividad u obesidad infantil. No obstante, es una situación que se puede revertir. Así lo cree Clara Pons-Mesman, escritora y divulgadora del juego libre (especialmente en el exterior) que ha escrito recientemente ‘¡Sal a jugar! Guía de actividades y juegos al aire libre’ (Larousse). En este manual, repasa multitud de actividades e ideas para que los menores desde los 2 hasta los 12 años descubran juegos con los que divertirse fuera de casa.
Pregunta: ¿Por qué es tan importante jugar al aire libre?
Respuesta: Es esencial para los menores por numerosas razones. En primer lugar, les brinda la oportunidad de aprender directamente del entorno en el que viven, explorándolo y experimentándolo con sus propias manos. Parece que solo se pueda aprender a través de los libros y la verdad es que no hay aprendizaje más significativo que el que se produce directamente por los pequeños, movidos por su propia curiosidad.
Por otro lado, al aire libre las criaturas tienden a ser mucho más activas, con todos los beneficios que eso conlleva para su salud física y mental. Y, en concreto, la naturaleza cuenta con un entorno idóneo por la variedad de experiencias sensoriales que ofrece y las infinitas posibilidades de juego, creación e imaginación que pueden tener lugar con elementos naturales como palos, piedras, piñas, etc.
P: ¿Cuáles son los principales beneficios que reporta a los menores?
R: Jugar al aire libre fomenta un juego más activo. De forma espontánea corren, saltan y exploran, fortaleciendo así su sistema muscular y óseo, mejorando la coordinación, la motricidad gruesa, etc. Además, al estar expuestos a la biodiversidad de la naturaleza y al estar en contacto con la tierra, se fortalece su sistema inmune.
A nivel emocional, está demostrado que el contacto con un entorno verde reduce los niveles de cortisol y el estrés, mejora la atención y la concentración y, en general, promueve un estado de ánimo más positivo. Por otro lado, también tiene importantes ventajas a nivel social, ya que favorece la interacción con otros niños, el trabajo en equipo, la comunicación o la resolución de conflictos, entre otros.
P: ¿De qué manera beneficia a la creatividad?
R: La promueve de manera natural. En ese entorno no hay juguetes que indiquen a qué o cómo jugar, lo que favorece que los niños exploren y desarrollen los juegos según su inspiración del momento y usando lo que tengan a su alcance. Por ejemplo, si están en el parque o en la naturaleza y quieren jugar a cocinitas, buscarán en los alrededores qué les puede servir. Las piedrecitas podrán convertirse en monedas, la arena podrá ser la comida y las hojas harán de platos perfectos.
Por supuesto, pueden surgir otros muchos juegos, como esconderse entre los árboles, construir cabañas… Pero siempre serán los niños quienes tendrán que crear y desarrollar el juego, porqué ahí fuera nada viene dado, pero todo puede ser creado.
P: ¿En qué se diferencia un juego en el interior de casa que en el exterior?
R: El juego al aire libre es más activo de manera natural, por lo tanto es una invitación a abandonar el sedentarismo. Las criaturas se mueven constantemente: al trepar un árbol, jugar al escondite, buscar los materiales en los alrededores para nutrir su juego… Al salir a fuera también tendrán la oportunidad de encontrarse con otros niños, de hacer juegos cooperativos, en grupo, sociales… Es, en definitiva, una experiencia muy enriquecedora en todos los sentidos.
P: En la sociedad actual los niños juegan menos en la calle que las generaciones anteriores. ¿A qué se debe y cómo se debe incorporar el juego en las plazas y las calles de las ciudades?
R: La respuesta a esta pregunta es muy compleja porque depende de muchos factores. En las últimas décadas se han producido cambios sociales, arquitectónicos… Y no es fácil incidir en ninguno de ellos. Por ejemplo, a nivel urbanístico, en la actualidad hay muchos menos espacios libres para jugar de los que había en generaciones anteriores. Muchos solares y espacios naturales en zonas urbanas han sido reemplazados por edificaciones, lo cual no solo reduce los espacios disponibles para el juego, sino que también aumenta el tráfico de coches. Por otro lado, también se han producido cambios sociales. Tenemos más miedo de que las criaturas jueguen solas en la calle, estas tienen también agendas muy llenas… y en general hay menos menores jugando ahí fuera.
Revertir esa situación puede ser difícil, porque no depende de uno mismo exclusivamente. Pero yo recomiendo que podamos buscar amigos con los que salir, crear grupo y hacer piña para poder ir reconquistando los espacios al aire libre. Y buscar las calles, parques y espacios naturales más cercanos al hogar, donde puedan salir y explorar.
P: ¿Cuáles son los principales elementos de la naturaleza o del entorno que pueden ser factibles para jugar?
R: En la naturaleza todo es muy jugable. Tiene retos físicos muy interesantes, como la posibilidad de trepar árboles, saltar de roca en roca… Pero también presenta estímulos sensoriales y multitud de elementos creativos con los que jugar, como palos, piedras, piñas, arena, tierra o agua. Es, sin duda, el espacio de juego ideal.
Pero la realidad es que muchos niños viven en entornos urbanos y ahí también puede desarrollarse el juego. Yo recomiendo ir siempre a los parques más naturales posibles, para encontrar esa variedad de elementos naturales que he comentado. Y aprovechar las zonas de asfalto para pintar con tizas, jugar con la cuerda… En realidad, los niños siempre juegan si se les da el tiempo suficiente y libertad de juego. Eso es lo esencial.
P: Recomiéndanos un juego sencillo de realizar al aire libre para niños de diferentes edades (5, 8 y 12 años)
R: En general, creo que los más pequeños disfrutarán mucho de las actividades artísticas al aire libre, como por ejemplo pintar una gran sábana colgada de una cuerda o hacer pintura con tierra. Con un poco más de edad, en torno a los 8 años, disfrutan mucho construyendo sus propias cabañas o elaborando barquitos con palos, por ejemplo. Es una etapa en la que pueden hacer esas creaciones perfectamente por sí mismos. Por último, en la franja de edad a partir de los 12 años, a mí me gustan mucho las actividades de supervivencia, como pelar palos o hacer un tirachinas. Creo que son emocionantes para ellos, les hace sentir responsables y que confíamos en ellos.
- Pons-Mesman, Clara (Author)