Sonia Rayos y Silvana Andrés son las autoras (junto a Juan Berrio) del libro ‘En Construcción’, una obra que pretende acercar el mundo de la arquitectura a los más pequeños. Además, son las fundadoras de Arquilecturas, un proyecto que persigue el mismo fin. En esta entrevista hablan de los numerosos beneficios de incluir esta materia en las aulas.
¿Cómo se ve la arquitectura desde los ojos de un niño?
Hagamos un ejercicio de memoria de nuestra propia vida: nuestros primeros recuerdos están asociados a la casa, a la cuna, a la distancia que nos separa de la habitación de nuestros padres, a la escuela, al barrio, a la calle. La forma de habitar nos construye, interviene en nuestras relaciones, impregna la memoria y nos sitúa en un determinado contexto.
La casa engloba diferentes espacios y todos son habitados por los niños y las niñas; de mejor o peor calidad todos identifican la cocina, los dormitorios, el salón el baño. Pero cuando preguntamos a los niños por su escuela o por su barrio el relato se empobrece, la arquitectura no está a la altura de las necesidades de la infancia.
De la escuela nos hablan con detalle de su aula, pero si en el relato no están presentes el comedor, la cocina, la biblioteca, el hall, la sala de profesorado, los espacios de circulación o los despachos, evidenciamos una carencia y un ámbito de mejora importante en la forma de habitar. Lo mismo sucede en el barrio: para la mayoría de los niños y niñas la calle es peligrosa, porque nuestra forma de habitar se ha modificado y esto es algo que les afecta y les resta autonomía, derechos y libertad.
La arquitectura puede ser inhibidora o posibilitadora, y si la analizamos podremos obtener valiosísimos estándares de evaluación sobre los espacios y la repercusión de estos sobre el desarrollo del alumnado.
A priori puede pensarse que la arquitectura es algo complicado para ellos. ¿Cómo puede beneficiar su desarrollo?
Al contrario. La arquitectura es algo cercano, tangible, fácil de asimilar y de aprehender. El referente está al alcance, está conectado a la vida, une la tradicional separación entre la mente y el cuerpo, porque se puede estudiar y además recorrer y habitar. Además, la arquitectura tiene mucha relación con el juego. Decía Le Corbusier que “solo la gente seria juega”. Entendemos el juego como la única forma de aprendizaje significativo en la infancia. La competición tiene un objetivo, en cambio el juego es principio, medio y fin de esa actividad. El juego disfruta de todas las etapas. Lo mismo sucede con la arquitectura, que no consiste en la construcción de un decorado; siempre decimos que entender la arquitectura es aprender a pensar. Estamos construyendo una mirada crítica, los beneficios de formar una ciudadanía que cuestiona, que se hace preguntas, que debate y que aprende a trabajar en equipo son indudables.
El libro comienza con la afirmación “la arquitectura es el inicio de una transformación”. ¿Aprender las estructuras arquitectónicas puede suponer que el niño aprenda a estructurar el pensamiento?
Cuando tomamos conciencia del entorno que nos rodea, nos sentimos más seguros, y ese estado de bienestar facilita el desarrollo y el aprendizaje.
Entendemos que la arquitectura no son cuatro paredes y un tejado, sino el espacio y las relaciones que se generan en ellos. En arquitectura se trabaja por proyectos; desde la concepción de la idea inicial, hasta la culminación de la obra, son muchos los agentes que intervienen en el proceso, y todos y cada uno son imprescindibles para la consecución del producto final. Cuando este proceso de trabajo se traslada al ámbito de la escuela y de la formación del alumnado, podemos afirmar que el uso de la arquitectura como herramienta de aprendizaje supone un ejercicio de disciplina y organización de las ideas que ayuda a la estructuración del pensamiento.
Cuando tomamos conciencia del entorno que nos rodea, nos sentimos más seguros, y ese estado de bienestar facilita el desarrollo y el aprendizaje.
La elección de hacer protagonista a una niña interesada en la arquitectura, ¿es un grito para acabar con la predominancia masculina en carreras STEAM?
Todo el contenido ha sido tratado con cierto grado de intencionalidad, pero más que una postura aleccionadora nos gustaba la idea de ofrecer una normalización en la visibilidad de ciertos aspectos que nos parecen primordiales: un aula en la que los niños y las niñas están sentados de diferentes maneras; una disposición del mobiliario según las necesidades del alumnado; alumnos que proponen los temas de las investigaciones, que proponen líneas de actuación, que relacionan contenidos con la vida; Aprendizaje que sale de los límites del aula,… También una comunidad educativa amplia (la familia, los amigos, las situaciones, los escenarios); una maestra que aprende con su alumnado; niños y niñas que plantean hipótesis, que sueñan, que proyectan y que consiguen crear un producto final; el aprendizaje conectado con la vida y con las emociones, porque sabemos que el cerebro solo aprende si hay emoción. Y también, por supuesto, la presencia de la mujer; una niña interesada por la construcción del edificio adyacente a su vivienda, una arquitecta que desarrolla el proyecto y muchas mujeres trabajando en los distintos oficios de la arquitectura. Realmente en este momento el porcentaje de hombres y mujeres en la carrera de Arquitectura se ha equiparado, la mujer está muy presente en la universidad. Ahora falta que esa equiparación también se produzca en cargos directivos y de máxima responsabilidad.
¿Cómo podemos seguir motivando a las niñas a que se interesen en carreras técnicas como la arquitectura?
Las niñas y los niños tienen muchos menos prejuicios que los adultos sobre la igualdad de derechos y oportunidades. En este sentido más que motivar a las niñas deberíamos centrar esfuerzos en proteger a la infancia de la información que le llega del mundo adulto.
En el libro hemos querido contribuir a la construcción de otro tipo de iconografía, mostramos a mujeres como yesaires, arquitectas, ingenieras o fontaneras. Los niños aprenden por imitación, y desde luego hace falta mucha más concienciación en materia de igualdad. En nuestros talleres hay tantas niñas como niños, incluso a veces más niñas. Pero no solo educa la escuela y la familia, hoy más que nunca las niñas y los niños están sometidos a una tormenta de imágenes difícil de controlar; es fundamental dotarles de herramientas para entrenar la mirada crítica. La escuela tiene un papel fundamental en este asunto y se deben invertir todos los recursos necesarios para garantizar que cada persona pueda desarrollarse en plenitud, libre de trabas y limitaciones. Reducir la carga horaria de asignaturas como Plástica o Filosofía no ha hecho más que agravar el problema. En la época de la hiperconectividad, aprender a pensar debería ser el primer objetivo de toda materia curricular.
deberíamos centrar esfuerzos en proteger a la infancia de la información que le llega del mundo adulto.
Aunque está escrito en un lenguaje adaptado a niños, ¿es un libro para que los adultos aprendan desde la visión de los más pequeños?
Realmente el libro va dirigido a un público familiar, porque tiene diferentes niveles de lectura y están representados muchos personajes y situaciones con los que podemos identificarnos sin ni siquiera leer un solo texto. Decía Rachel Carson que “para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos”. Pues bien, los buenos docentes experimentan la misma experiencia junto a su alumnado. Estar dispuesto a aprender desde la visión de los más pequeños debería ser un requisito obligatorio para el ejercicio de la docencia, o la realización de cualquier actividad dirigida a la infancia. Este es el tipo de relación en la que creemos.
A nosotras nos sucede continuamente, piensas que vas a enseñar algo pero resulta que eres tú quien aprendes del alumnado. Es sumamente estimulante, también para los niños y las niñas, que de pronto descubren algo que muchos adultos desconocen: el aprendizaje cobra un valor muy especial, despierta la motivación y las ganas de seguir ampliando el espacio de conocimiento, de seguir conectando y asombrándonos con los descubrimientos y de darlos a conocer, hacer partícipes a los demás de nuestra fascinación ante la novedad.
Lo que funciona con los adultos funciona con los niños porque todos aprendemos mejor lo que nos emociona. Nos interesa mucho el método de asociación de ideas o de “centros de interés” y procuramos fomentar siempre actividades de observación, de asociación y de expresión en todas las prácticas.
¿Debería incluirse el estudio de arquitectura en las aulas? ¿Por qué razón?
La arquitectura es una herramienta muy valiosa para trabajar dentro del curriculum de Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Actualmente el estudio de la arquitectura se da de forma muy tangencial, con mayor presencia en centros que diseñan e implantan métodos pedagógicos y didácticos propios: por ejemplo, en los que trabajan por proyectos. En algunos hemos encontrado claustros que han sabido apreciar las posibilidades que ofrece trabajar la arquitectura en la escuela, pero la realidad es que estamos sujetos a la buena voluntad de los equipos docentes.
En el curriculum la presencia de la arquitectura es prácticamente anecdótica, pero tiene presencia y no se le está sacando todo su potencial. En la mayoría de los casos no se interiorizan los conceptos porque el aprendizaje se ofrece desde lo teórico, sin demasiada conexión con la vida, con el contexto, ni mucho menos con el movimiento o la apropiación del espacio.
John Dewey defendía que la escuela debe potenciar la iniciativa de los alumnos y lo debe hacer identificando el proceso educativo con el de la vida, como reconstrucción continua de las propias experiencias. Nos encanta esta idea de continuidad y en nuestros talleres procuramos trabajarla siempre. Toda práctica o acción se relaciona con alguna otra anterior e influye o modifica la que vendrá después. Por ejemplo, en el libro podemos hacernos una idea de cómo han sido construidos los edificios anexos, y podemos hacernos una idea de cómo será la vida en el barrio a partir del nuevo edificio: formular hipótesis y ordenar las soluciones, herramientas imprescindibles para la escuela.
- En construcción
“Ya saben lo que ocurre tras una gran nevada: El niño se convierte temporalmente en el Señor de la Ciudad. Los pueden ver corriendo en todas direcciones, recogiendo nieve de los coches congelados. Un gran truco del cielo, éste. Una corrección temporal en beneficio de los descuidados niños. Depende de ustedes ahora concebir algo más permanente que la nieve.”
Una frase del arquitecto Aldo Van Eyck, expresada en uno de sus cursos de arquitectura en 1961.
La experiencia de los niños en la ciudad nos puede ayudar a comprender cómo debería ser la arquitectura.
Excelente artículo. Concuerdo con la idea de que la arquitectura debería formar parte del contenido de las escuelas, al igual que otras disciplinas artísticas o proyectuales.
Saludos.
Me ha gustado mucho el artículo, y concuerdo totalmente con las ideas que expone. La arquitectura nos rodea, vivimos en ella, crecemos en ella, aprendemos en ella, pero sin embargo se cree que es algo alejado del mundo de los niños, y que solo ciertos espacios deben ser concebidos para ellos. Ojalá gracias a iniciativas como estas el concepto de la arquitectura evolucione en este sentido y se utilice su gran valor educativo.
La frase de Aldo Van Eyck es perfecta, no la conocía y me ha encantado. Muchas gracias.
Yo siempre quise ser un arquitecto no va ser facil peroquiero aprender