Es toda una autoridad en cuestión de política educativa internacional. De hecho, a lo largo de su carrera profesional ha acompañado a los responsables de la educación en más de 70 países, a los que ha ayudado a diseñar e implantar políticas y prácticas progresistas. Andreas Schleicher, que estudió Física en Alemania y se licenció en Matemáticas y Estadística en Australia, propuso hace ya algunos años aplicar el rigor científico a la política educativa, impulsando así las conocidas —y polémicas— pruebas PISA. Hablamos con él sobre el futuro de la educación.
Pregunta: ¿Cuáles son los requisitos que debe tener la escuela de calidad del siglo XXI?
Respuesta: Los centros educativos necesitan preparar a los estudiantes para cambios muy rápidos, para empleos que en la actualidad no han sido creados, para que aborden desafíos sociales que todavía no podemos imaginar y para que utilicen tecnología aún no inventada. De igual modo, deben potenciar el desarrollo de habilidades para un mundo interconectado en el que los alumnos comprendan el respeto por los demás y tomen medidas responsables para lograr la sostenibilidad y el bienestar colectivo.
P: ¿Cuál es el reto actual de la educación?
R: Cuando la educación consiste en impartir conocimientos prefabricados, los países pueden permitirse una baja calidad de docentes. Y cuando ésta es baja, los Gobiernos tienden a decirles exactamente qué hacer y cómo quieren que se haga, utilizando una organización industrial del trabajo para obtener los resultados que desean. Hoy día, el reto es hacer de la enseñanza una profesión de trabajadores con conocimientos avanzados y que trabajan con un alto nivel de autonomía profesional, dentro de una cultura de colaboración.
"El reto es hacer de la enseñanza una profesión de trabajadores con conocimientos avanzados"
P: Japón, Corea del Sur, China… aparecen en los primeros puestos de PISA, sin embargo son sistemas algo tradicionales en algunos aspectos. ¿No es contradictorio que sean considerados sistemas educativos de éxito?
R: No debemos engañarnos con estereotipos del pasado. Países como Japón o Singapur han trabajado duro para transformar sus sistemas educativos y, habitualmente, dedican más espacio a la creatividad que otros de Europa o América del Norte. De hecho, Singapur fue el primer país con el que me encontré que sitúa los valores explícitamente en el centro de su marco curricular. Hace hincapié en el respeto, la responsabilidad, la resistencia, la integridad, la atención y la armonía en la escuela. Son valores destinados a dar forma al carácter de los estudiantes, como la conciencia social y de sí mismos, la gestión de las relaciones, la autogestión y la toma de decisiones responsables. De hecho, su currículo se refiere a estas cualidades como ‘valores en acción’.
En su conjunto, el marco curricular de Singapur está diseñado para desarrollar a una persona segura de sí misma, a un estudiante autodirigido, a un ciudadano preocupado y a un contribuyente activo. Sus escuelas utilizan el currículo para diseñar programas curriculares y extracurriculares que ayudarán a los estudiantes a desarrollar las competencias necesarias. Además, se espera que cada uno de ellos participe en programas de ‘valores en acción’ que ayuden a construir un sentido de responsabilidad social. Sin duda, gran parte de esto sigue siendo una aspiración que, en el mejor de los casos, sólo se refleja parcialmente en la forma en que el alumnado aprende y los profesores enseñan en este país, pero es el punto de partida esencial para el cambio.
P: PISA nació con el objetivo de aplicar el rigor de la investigación científica a la política educativa, ¿debería evolucionar hacia…?
R: Hacia la evaluación de los conocimientos, las aptitudes, las actitudes y los valores que son más importantes en el siglo XXI. Pero no debemos subestimar sus funciones. Por poner un ejemplo, la razón por la que a los estudiantes españoles no les va muy bien en esta prueba no es que no sepan lo suficiente, sino que lo hacen muy bien en tareas que requieren de la reproducción de contenidos temáticos, pero no lo hacen tanto en actividades que precisan que extrapolen lo que conocen y apliquen sus conocimientos de forma creativa en nuevas situaciones.
Esto es un pequeño extracto de la entrevista publicada en el nº 34 de la Revista EDUCACIÓN 3.0 impresa, correspondiente a mayo-julio 2019.
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