“Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarlo. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años”. Así describía el célebre escritor Mark Twain cómo cambiaron sus relaciones familiares con el paso del tiempo. ¿Sería por la madurez de la vida adulta? ¿Mejoraría la comunicación entre ellos? ¿Lograrían encontrar aficiones en común?
Lo cierto es que no se trata de un ejemplo aislado. Son muchas las familias que, en un momento u otro, no se entienden generando problemas de convivencia entre los distintos miembros de la unidad familiar. Y las razones pueden ser tan diversas como lo son las propias familias, aunque los expertos reconocen que hay algunos factores más frecuentes que otros. Por ejemplo, contar con una comunicación deficiente es una de las causas más comunes, pues cuando los miembros de la familia no logran expresar sus pensamientos y emociones de manera clara y respetuosa, es fácil que se generen malentendidos y resentimientos. La falta de diálogo abierto también puede hacer que sea más difícil la resolución de conflictos.
Además, las diferencias en valores, expectativas y formas de ver el mundo entre generaciones tienen capacidad también para generar crispación familiar, sobre todo durante la adolescencia, mientras que las dificultades económicas suelen ser un detonante de discusiones, estrés y preocupación. La incertidumbre económica no solo afecta la estabilidad material, sino también a la emocional, creando un ambiente de tensión constante en el hogar y de incertidumbre hacia el futuro.
¿Cómo afectan los problemas familiares a la salud emocional?
Cuando los problemas familiares y conflictos no se abordan ni se resuelven, las consecuencias emocionales pueden ser graves pues éstos pueden desencadenar en una serie de dificultades que afectan tanto a nivel individual como colectivo. Así, es común que aparezcan problemas como la ansiedad y el estrés y que éstos puedan llegar a agravarse hasta derivar en una depresión o incluso alcanzar el punto en el que algún miembro de la familia se aísle y evite la interacción con los demás para escapar de las tensiones; lo que contribuye todavía más al distanciamiento emocional y físico.
Ante estos problemas, la terapia familiar es una solución muy eficaz para intentar mejorar y reconducir las relaciones familiares. De hecho, cada vez más personas recurren a este tipo de servicios: por ejemplo, en el País Vasco, 9 de cada 10 familias acudieron el pasado 2023 al Servicio de Mediación Familiar que subvenciona el gobierno autonómico y que tiene como objetivo la resolución de aquellos conflictos que sucedan en el núcleo familiar sin la necesidad de tener que llegar a cuestiones judiciales.
Y es que los servicios de terapia familiar ofrecen un espacio seguro y neutral donde los miembros pueden expresar sus emociones, trabajar juntos en la resolución de conflictos y mejorar la dinámica familiar.
La terapia familiar aporta numerosos beneficios, entre los cuales:
- una mejora notable en los procesos de comunicación, ayudando a que los miembros de la familia se comprendan mejor entre sí
- un paso para resolver los conflictos, a través de técnicas especializadas aportadas por terapeutas
- un mayor fortalecimiento de los vínculos, sobre todo a medida que los problemas se van resolviendo
- y una notable reducción del estrés y la ansiedad al abordar y poner solución a los problemas que generaban estos sentimientos
Técnicas y enfoques terapéuticos efectivos
Una vez que se apuesta por asistir a la terapia familiar, ésta puede abordarse desde diferentes enfoques y técnicas, como la terapia online psicológica o la presencial, de grupo o individual. Escoger cuál es el que mejor se adapta a las necesidades de cada una de ellas siempre recaerá en el terapeuta especialista en tratar el caso, pues es la persona con los conocimientos y herramientas ideales para trabajarlo.
Algunos de los métodos más efectivos incluyen:
- Terapia sistémica. Este enfoque considera a la familia como un sistema interconectado, en el cual cada miembro influye en los demás. El objetivo es identificar patrones de comportamiento dentro del sistema familiar y modificarlos para mejorar la interacción y la convivencia.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC). Se centra en cómo los pensamientos y creencias de los miembros de la familia influyen en su comportamiento y emociones. Ayuda a identificar creencias poco funcionales o dañinas y a reemplazarlas por otras más constructivas, fomentando una dinámica más saludable.
- Mediadores familiares. En algunos casos, un mediador puede actuar como facilitador neutral en situaciones de alta conflictividad. Los mediadores ayudan a las familias a encontrar soluciones a sus desacuerdos sin que el conflicto escale a niveles insostenibles.