Las aulas del siglo XXI están cada vez más digitalizadas. Portátiles, tabletas y pantallas interactivas son herramientas habituales que prometen transformar la educación. Sin embargo, este avance de la tecnología ha abierto un debate sobre el impacto real de estos dispositivos en el aprendizaje. De hecho, un reciente estudio de Epson puso de relieve que una gran dependencia de las herramientas digitales -en concreto, de portátiles y tabletas- puede provocar lagunas en el aprendizaje. En la actualidad, el 49% de los docentes en España cree que estos dispositivos pueden tener un efecto perjudicial. A pesar de ello, los responsables políticos siguen impulsando la innovación digital y la inteligencia artificial en las escuelas. Este impulso deja tras de sí una serie de incertidumbres. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo garantizar que la tecnología potencie el aprendizaje? ¿Cómo afrontar la brecha digital y garantizar que todo el alumnado tenga el mismo acceso a la tecnología? ¿Y cómo podemos preparar a los y las docentes para que integren eficazmente la tecnología en sus aulas?
El contragolpe tecnológico
Entender el impacto de la tecnología en la educación requiere escuchar a quienes están más cerca. Por supuesto, las mejoras tecnológicas han facilitado la vida a los y las estudiantes. Una tableta es más ligera que una pila de cuadernos, y es más fácil navegar por un solo libro electrónico que por muchos físicos. Además, la exposición a la tecnología está ayudando a los estudiantes a desarrollar habilidades digitales necesarias para un futuro mundo laboral.
Sin embargo, la tecnología también ha complicado la labor del profesorado. Desde la planificación de clases hasta la corrección, muchos docentes se sienten sobrecargados. En Francia, los educadores protestan contra un plan que consideran una orden de trabajar más, a pesar de la ya elevada carga laboral. Asimismo, el profesorado debe aprender y adaptarse a las nuevas tecnologías, enfrentándose a situaciones como el uso de ChatGPT para hacer trampas, y herramientas de control que pueden ser engorrosas.
Cuando se pidió al profesorado europeo reflexionar sobre el impacto de los portátiles y tabletas en el aula, el 86% señaló uno o más problemas. En España, más de la mitad (54%) observó un declive en las habilidades de lectura y retención de conocimientos, mientras que el 28% vio una disminución en la atención en clase. Además, el 62% de las familias españolas afirma que gestionar el tiempo frente a la pantalla se ha vuelto más difícil con las tareas basadas en tecnología.
Los responsables políticos pueden pasar por alto los retos matizados a los que se enfrentan quienes están en el aula. Casi tres cuartas partes (73%) de profesores y profesoras encuestados en España sostiene que estos responsables políticos tampoco están lo suficientemente cerca de la realidad del aula como para hacer las mejores recomendaciones. Así, es crucial reevaluar nuestro enfoque actual y garantizar que las políticas se basen en las realidades de la enseñanza y el aprendizaje.
Lograr el equilibrio adecuado
La solución no es prescindir de la tecnología, sino encontrar el equilibrio. El 88% de docentes y familias en nuestro país han observado un impacto positivo del uso de libros y hojas de trabajo tradicionales en las aulas. Más de dos tercios (69%) de los profesores afirman que mejoran la capacidad de lectura, mientras que el 52% de docentes afirman que los materiales impresos permiten retener mejor los conocimientos.
Ahora, existe la oportunidad de reequilibrar los recursos digitales y en papel en las aulas. Al hacerlo, los educadores pueden dedicar menos tiempo a gestionar herramientas digitales y más a lo importante: enseñar. Además, pueden adaptarse mejor a los distintos estilos de aprendizaje, ya que el 46% del profesorado cree que los materiales impresos ayudan más a los alumnos diversos.
La tecnología siempre tendrá un lugar en las aulas, pero no debe ser la única herramienta. El reto, por tanto, consiste en equilibrar la innovación con prácticas pedagógicas basadas en la evidencia, apoyándose en quienes están en primera línea de la educación. Responsables políticos, docentes y fabricantes de tecnología deben trabajar juntos para garantizar que la tecnología mejore el aprendizaje.
Si adoptamos un enfoque equilibrado, podemos crear un sistema educativo que dote a los y las estudiantes de las herramientas que necesitan para el futuro, no sólo en lo relativo a la competencia digital, sino también a sólidas competencias básicas y de una profunda comprensión que se deriva de la interacción de las soluciones digitales con los materiales tradicionales.