Son muchos los expertos que señalan que la educación es el principal medio para concienciar a las personas sobre el peligro que supone el cambio climático, un problema real con consecuencias en muchos y muy diversos aspectos de nuestra vida. Además, compartir esta problemática desde edades tempranas es vital para que los estudiantes aprendan sobre su impacto y cómo adaptarse a él, fomentar en ellos el ‘paso a la acción’ y hacerles comprender la importancia de transformar su vida con pequeñas acciones como reciclar, ahorrar energía en el hogar y en el aula, mantener limpio su entorno…
Sequías, huracanes, incendios…
Debido a la actual emergencia climática, los expertos también alertan de la urgencia con la que es necesario actuar. Y es que las investigaciones son muy claras sobre este punto al concluir que sin una acción climática contundente y una reducción significativa del riesgo de desastres climáticos, 200 millones de personas necesitarán anualmente ayuda humanitaria en el año 2050 debido a los efectos del cambio climático.
Y es que sus repercusiones, como los fenómenos meteorológicos extremos, las inundaciones, las olas de calor, las sequías o los incendios forestales son cada vez más frecuentes en muchas zonas del mundo. De hecho, no hay país que no haya experimentado alguno de estos problemas, según apuntan desde la ONU. Desastres que generaron, por ejemplo, 32,6 millones de desplazamientos en 2022 de los cuales el 98% fueron causados por peligros relacionados con el clima; la cifra más alta desde 2012 y más de tres veces la cifra de desplazamientos por conflicto y violencia, según el Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés).
Todo esto se traduce en que cada vez más personas, sobre todo las que habitan las zonas más vulnerables por la crisis climática (Siria, República Democrática del Congo, , Afganistán, Sudán del Sur o Bangladesh, entre otros, por ejemplo), tienen que abandonar sus hogares en desplazamientos forzados para tratar de sobrevivir. No en vano, las tormentas, los huracanes, las inundaciones y las sequías acaban con los recursos naturales y materiales de todas estas zonas, además de traer consigo hambrunas, conflictos, devastaciones y muertes.
La labor de ACNUR contra la emergencia climática
Organismos como ACNUR, y el Comité Español recaudando fondos para éste, resultan claves para luchar contra la emergencia climática y, sobre todo, para ayudar a aquellas personas que la sufren de manera directa: protegen a las personas refugiadas y desplazadas y les proporcionan artículos básicos de emergencia, con el fin de que sus vidas puedan verse afectadas lo mínimo posible por este problema. Sus acciones también se centran en la reforestación, pues cuando se producen huidas masivas la única opción para los desplazados es a menudo recurrir a los recursos naturales y uno de los más demandados suele ser la madera: la utilizan como combustible o para construir un refugio para protegerse, lo que puede dañar rápidamente el entorno local, los bosques u otros ecosistemas. Por eso, para evitar los posibles daños a largo plazo ACNUR planta miles de árboles frutales (limoneros, papayas…) y de sombra, como en el proyecto de reforestación que lucha contra el avance del desierto del Sáhara en Chad.
Además, esta organización tiene tres objetivos clave para tratar de hacer frente a la emergencia climática, y que pueden utilizarse en las aulas para concienciar al alumnado:
- Una reducción global de sus emisiones del 20% (incluida una reducción del 10% de las emisiones de transporte internacional de mercancías).
- Una reducción del 20% en la proporción de plástico en los envases de artículos básicos de socorro.
- Un aumento del 20% de la sostenibilidad medioambiental de los artículos básicos de socorro, utilizando materiales reciclados, reciclables o de origen sostenible.