Escribir el Trabajo de Fin de Grado no es nada fácil y puede resultar un proceso pesado y largo. Sin embargo, al final suele ser un momento muy emocionante en la vida estudiantil de una persona, ya que los TFG permiten profundizar e investigar mucho más sobre un tema concreto de la carrera. Con suerte, incluso pueden abrir las puertas de empresas de prestigio en el momento de comenzar la vida laboral. No obstante, hay muchos estudiantes que se preocupan sobre lo que pasará una vez que entreguen sus trabajos de fin de grado. ¿A quién pertenecerán los derechos de autor del TFG? ¿Pasan a ser de la universidad? ¿Qué ocurre si se han contratado servicios de una empresa para ayudar a escribir la investigación?
Derechos de autor del TFG
Los derechos de autor de un Trabajo de Fin de Grado pertenecen al estudiante que haya realizado esta labor y están protegidos por la Ley de Propiedad Intelectual, que protege los derechos creativos de una persona cuando realiza este proyecto. De esa manera, todo el esfuerzo y la investigación del escritor quedará protegida para que otros no puedan aprovecharse ilegalmente de ella.
Por lo tanto, no se considera estrictamente necesario registrar estos derechos de autor: con la realización del trabajo se generan directamente. Ahora bien, ¿qué ocurre si se recurre a una empresa de servicios de redacción académica para que el proyecto sea más profesional? En este caso, hay ciertos factores que se deben analizar a la hora de elegir la compañía que lo va hacer.
Algunos consejos
Uno de los aspectos más importantes para evitar problemas futuros es asegurarse de que la empresa es fiable y está registrada. Así, se evitan eventualidades con la gestión de los derechos de autor y el estudiante se asegura de que se tramiten de forma correcta.
También es fundamental comprobar que tanto los derechos morales como los patrimoniales se gestionan correctamente y con unas condiciones favorables. Los primeros se refieren a aquellos relacionados con el derecho a ser reconocido como el responsable o autor de un escrito. Este es innegociable y no se puede comerciar con él. Mientras que los patrimoniales sí se pueden vender y permiten que terceras personas consigan beneficios de los futuros ingresos que ese trabajo pueda generar. Por eso, es primordial negociar unas buenas condiciones sobre estos derechos con la compañía contratada.